Fútbol

El descontrol del Barcelona es la asignatura pendiente de Luis Enrique

    Luis Enrique, en el Etihad. <i>Imagen: EFE</i>.


    El Barcelona dio ante el Manchester City una clase de fútbol en la primera parte de su encuentro en el Etihad. Hubo momentos en los que los blaugrana recordó al de otros tiempos, aunque salpicado con una dosis extra de verticalidad. Una versión que fue muy diferente a la de la segunda parte.

    Volvieron los de Luis Enrique a ser ese equipo de dos caras, mostrando que aún le falta una asignatura por cumplir, la de pacificar los partidos, la de manejar el tempo. Algo que se vino abajo también en los peores tiempos del curso pasado, y que ahora merma al conjunto de forma circunstancial. En el peculiar estilo del entrenador asturiano, ese híbrido de toque y verticalidad, aún no se ha perfeccionado este rasgo otrora básico.

    Precisamente en este nuevo Barcelona podría radicarse la causa. Y es que ante el menor recurso al toque, Luis Enrique se acoge a otras fórmulas en situaciones de empuje rival. Ayer, en vista de que el Manchester City aumentaba cada vez más su presión, 'Lucho' optó por introducir a Mathieu y subir a Mascherano a la medular.

    No se pudo observar si el cambio surtió verdadero efecto, tras la expulsión de Gael Clichy minutos después del gol de Agüero, porque el City ya bajó el nivel. Por lo visto en el terreno de juego desde el 46', el problema no tenía solo que ver con problemas absolutamente defensivos. Faltaba la pausa.

    El jugador con más aptitudes para dar al Barcelona la tranquilidad necesaria estaba en el banquillo: Xavi Hernández. Se echó en falta defender con balón en vez de fortificar la medular con otro jugador de corte defensivo. El Barcelona pasó apuros defendiendo con menos balón (el City le recuperó algo de posesión en esta segunda mitad), y no probó con lo que hace años fue su mejor defensa: tener el esférico.

    Dejando como excepción la derrota ante el Málaga (tras lo de ayer parece algo accidental), las señales del equipo de Luis Enrique son positivas. Funciona el ataque, en defensa se avanza hacia la solidez con un gran Piqué, y Rakitic e Iniesta se acoplan de forma progresiva a lo que quiere el técnico. Este detalle que aún falta por asimilarse evitaría al Barcelona ratos incómodos como los de anoche. Y problemas en el futuro. Los detalles, en el fútbol de élite, siempre son decisivos.