Fútbol

Una maldición llamada Mourinho

    Mourinho, durante el partido contra el City | Reuters


    Fue el duelo de la jornada. Y en una batalla de azules (celeste por un, oscuro por otro), finalmente fue el que brilla en Stamford Bridge el que se llevó el partido.

    El Manchester CIty - Chelsea fue finalmente para el equipo de José Mourinho gracias a un gol (golazo) de Branislav Ivanovic, el defensa serbio que casi ficha 'The Special One' en su etapa con el Real Madrid.

    Afortunadamente para sus intereses, el de Sremska Mitrovica se quedó en Londres y ayer certificó tres puntos con muchos significados. Uno, el de mantener al Chelsea en la lucha por la Premier League. Los 'blues' son ahora terceros a un punto del Arsenal y empatados con el propio City.

    Otro valor del triunfo fue el de romper la racha de imbatibilidad que mantenía el cuadro local en su propio estadio. Nadie había podido con los del Etihad Stadium en Liga y sólo el Bayern de Múnich, en Champions, le había conseguido arrebatar el triunfo en su casa.

    Sin embargo, el valor más morboso del triunfo del Chelsea apuntó a los banquillos. Porque Pellegrini y Mourinho no mantienen precisamente una buena relación. Todo arrancó cuando el segundo se mofó del primero por cómo había gestionado su periplo en el Real Madrid.

    "Yo nunca entrenaré al Málaga", comentó. Pellegrini no entró al trapo, pero desde entonces se creó una enemistad enconada que alcanzó su punto cúspide en el partido de la primera vuelta, cuando el chileno se negó a saludar al luso por algunos gestos realizados durante el partido.

    El morbo, por lo tanto, estaba servido en el duelo de este lunes. Pero el morbo acabó del lado de siempre. Y es que Mourinho ha terminado convirtiéndose en una suerte de maldición para Pellegrini.

    En sus nueve enfrentamientos, (ocho entre Real Madrid y Málaga y uno con dos con sus actuales equipos) 'The Special One' ha vencido en siete de ellos, con un empate y una sola derrota, aunque más que dolorosa. Sucedió el curso pasado, en Málaga, cuando Mourinho sentó en el banquillo a Casillas por primera vez.

    Aquella noche el Real Madrid dijo adiós definitivamente a la Liga (y dio inicio a un periplo de tensiones) después de que los de la Costa del Sol vencieran por 3-2 a los merengues.