Fútbol

La huida de Di María del vestuario después de protagonizar su gesto al público

    Di María, 2º por la izquierda, mira al suelo durante el homenaje a Eusebio | EFE


    El pasado lunes el Real Madrid se encontró con un serio problema. El Celta, un equipo que coquetea con el descenso, le estaba poniendo en serios apuros. Corría el minuto 64 de partido cuando a Ancelotti se le ocurrió llevar a cabo una solución de emergencia después de haber dado entrada a Jesé. Di María debería dejar su puesto para que Bale lo ocupara. Entonces sucedió. El argentino se llevo las manos a los genitales como gesto de desaprobación a los silbidos que se mezclaban con aplausos en la grade del Bernabéu.

    El efecto de su 'acomodamiento' (como él mismo lo denominó tiempo después) provocó una suerte de tsunami de reacciones inmediatas que se expandieron con una suerte de explosión en cadena. Cada una provocaba que la siguiente fuera más intensa. Más dura. Más ácida contra un futbolista al que hace tiempo que el Bernabéu le tiene tomada la matrícula.

    No es la primera vez que el feudo blanco, sensible para este tipo de cuestiones, se harta de su forma de ser dentro y fuera del terreno de juego. El error estaba cometido y las consecuencias empezaban a fraguarse entre una directiva que lo tuvo claro. Había que estudiar una apertura de expediente. Así se decidió en el palco del Bernabéu, el mismo recinto en el que comenzó a urdirse un plan B.

    Di María tenía que dar la cara. Tenía que hablar para que se explicase ante los medios y diese su versión calmada de los hechos. Una suerte de declaración similar a la que ayer protagonizó ante los medios de comunicación del club.

    Sin embargo, fue imposible. Cuando los responsables de comunicación se acercaron al vestuario y preguntaron por 'El Fideo' se encontraron con que Di María ya no estaba en el vestuario del Real Madrid. Se había ido. Ya no estaba en Concha Espina. Ante esa reacción, la estrategia merengue se derrumbó.

    Había que esperar un día para dar el siguiente paso. Mientras, sólo hablarían Cristiano y Jesé y ambos mostrarían la misma versión: no habían visto nada y sea como fuere, mostraban confianza en Di María. Una estrategia que estropeó el intento de algunos periodistas de mostrar el vídeo de lo sucedido y que provocó alguna advertencia por parte del departamento de prensa del club.

    Luego, para sorpresa de muchos, resultó que Di María sí que habló, pero lo hizo donde se siente cómodo, ante los medios argentinos y por teléfono. Fue en algunas entrevistas con estos medios donde afirmó que la prensa trataba de ponerlo en contra del público blanco y que en realidad su gesto era algo natural.

    "Sólo traté de acomodarme, nada más", añadió. Una cadena de despropósitos por parte del jugador que aceleraron más si cabe el paso del club de abrirle un expediente que ayer se hizo realidad y que podría provocarle algún castigo.