Fútbol

Gareth Bale y el síndrome de Gabi Milito

    Gabi Milito y Gareth Bale | Reuters / EFE


    Sucedió cuando Gareth Bale apenas contaba con 14 años. Seguramente él ni se acuerda. Puede que ni conozca el caso. Sin embargo, aquello le ha influido. Tiempo después, claro, pero le ha influido.

    El fichaje del extremo galés al Real Madrid y la polémica provocada por su dolencia en la espalda (protrusión confirmada, hernia sin confirmar) vienen marcadas por un caso que hace diez año mutó el modo de cerrar las incorporaciones en el Santiago Bernabéu. El frustrado fichaje de Gabi Milito lo cambió todo.

    Aquel verano de 2003

    Corría el verano de 2003 cuando el Real Madrid, flamante campeón de Liga, ya sin Del Bosque en el banquillo (no renovó al final de campaña), buscaba un sustituto para Fernando Hierro (la otra salida sonada del curso). Con Valdano al frente de la dirección deportiva y Queiroz recién fichado como flamante nuevo entrenador, los blancos encontraron su hombre al otro lado del Atlántico.

    Un desconocido defensa de Independiente de Avellaneda llamado Gabi Milito era el jugador que supliría la baja del capitán merengue. Todo estaba hecho. Todo estaba cerrado para verlo de blanco. Todo o casi todo.

    A su llegada a la capital de España el doctor Alfonso del Corral (responsable de los servicios médicos del Real Madrid durante 13 años) lo revisó al completo. Su informe fue negativo. Una dolencia en la rodilla derecha del futbolista le hacía ser una incorporación arriesgada. El jugador corría un alto riesgo de romperse. Del Corral desaconsejó su fichaje y Valdano, avalado por la firma del galeno, frenó la operación.

    Aquello supuso una suerte de tsunami. No era frecuente que un club frenara una incorporación por la revisión médica, salvo flagrantes casos de jugadores previalmente lesionados de gravedad. No era el caso de Milito, quien, a priori, a sus 22 años, debería estaba impecable.

    El jugador, sorprendido y decepcionado, peregrinó por los medios de comunicación para dejar patente su malestar. Valdano, por su parte, ejerció de portavoz moderado para dejar claro que la palabra del doctor era sagrada. Si Del Corral no lo veía en correctas condiciones, lo mejor era no arriesgarse.

    La venganza de Gabi

    Aquel mismo verano, Milito firmó por el Zaragoza para pavor de los aficionados maños. Todos temían que el jugador se lesionase de gravedad en sus primeros partidos. Pero no ocurrió así. De hecho, siguió jugando como si tal cosa durante cuatro temporadas más.

    En la primera de ellas fue titular de aquella escuadra maña que le ganó al propio Real Madrid la final de la Copa del Rey en Monjuic (3-2). El argentino secó a los Raúl, Figo, Zidane y compañía. Ni rastro de lesión alguna.

    La frustración en el Real Madrid creció ante aquello cuando precisamente el club empezaba a adolecer de problemas en la zaga. Quizá por ello los blancos se lanzaron a incorporar jugadores sin, en algunos casos, importar demasiado los informes médicos. Woodgate o Gravesen fueron ejemplos iniciales de una política que se extendió con Sahin o Altintop en los últimos tiempos.

    Manda el mercado

    La política del Real Madrid al respecto de sus incorporaciones había cambiado. También los tiempos de las presentaciones. Antaño era lógico que el jugador pasara reconocimiento médico antes de que se vistiera de corto. Habitualmente, 24 horas antes.

    Ahora, sin embargo, manda el espectáculo y la mercadotecnia. En los grandes clubes (no sólo en el Real Madrid) los jugadores habitualmente se someten al reconocimiento el mismo día en que se visten de corto en una suerte de tour que les lleva de la clínica al palco y del palco al césped, lo que impide que, como en el caso de Bale, exista tiempo suficiente como para tomar cualquier decisión en frío. Todo se debe hacer en caliente.

    Y así sucedió con el galés. Pese a que los servicios médicos blancos informaron de la protusión, el club estimó que no era grave y que no se podía frenar su fichaje tras un verano más que movido y unas cifras descomunales para cerrarlo. Había demasiado en juego en su incorporación, amén de 40.000 personas esperando la llegada del jugador al Santiago Bernabéu.

    Los chequeos médicos han pasado a transformarse en meros trámites y no en pasos básicos para cerrar cualquier incorporación. Son las consecuencias de los tiempos modernos y, en el Real Madrid, del caso Milito. Aquellas cinco temporadas al máximo nivel del argentino dejaron claro que no siempre la medicina es una ciencia exacta que juega a favor de los intereses de los equipos, aunque semejante teoría pueda volverse en contra como en los casos antes citados y, quien sabe, en el presente de Gareth Bale. 

    El doctor llevaba razón

    Por cierto. Milito firmó en 2007 por el Barça y tras una temporada excelente (44 partidos), su rodilla se rompió. Estuvo temporada y media en blanco y sólo acumuló 24 encuentros en las siguientes tres campañas.

    Abandonó la entidad en 2011 para regresar a Independiente, donde se retiró en 2012, con sólo 32 años y sus rótulas destrozadas. El doctor Del Corral llevaba razón, aunque la vida tardó en dársela.