Fútbol

Mesut Özil se declara en estado de rebeldía

    Özil y Marcelo, ambos sustituidos, en el Granada - Real Madrid | EFE


    Mesut Özil se ha declarado en estado de rebeldía. Cosas de ser una estrella del fútbol, el alemán apenas ha necesitado dos jornadas de Liga para mostrar su desacuerdo con el nuevo entrenador del Real Madrid. Y es que a Mesut no le gustan que le cambien, más si es dos veces seguidas y si encima en ambas es uno de los primeros en tomar el camino del banquillo. Por eso se ha mosqueado con Ancelotti. Por eso en Granada protagonizó uno de esos gestos que no gustan demasiado en cualquier vestuario del mundo y menos en uno tan complicado de gestionar como es el del conjunto merengue.

    Pónganse en situación. Segunda parte del Granada - Real Madrid. Los blancos han dominado la primera mitad, pero pasado el descanso, empiezan a notar problemas físicos y de capacidad defensiva. Las piernas pesan, la mente se ofusca y la clase desaparece. Los de Ancelotti empezaban a sentir que la opción del empate nazarí, lejos de ser una utopía, estaba cada vez más cerca.

    El italiano empieza a verlo claro. Tenía que meter potencial defensivo. Amarrar la victoria. Por eso decidió sacar a Nacho en el minuto 60 en lugar de Marcelo. El brasileño ya tenía una amarilla y El Arabi empezaba a buscarle las cosquillas por su lado.

    Cinco minutos después, Ancelotti decidió dar un paso más para blindar al equipo. Casemiro fue el escogido para saltar al terreno de juego y, así, apuntalar la medular. Tenía que escoger un centrocampista que le dejara su puesto. Cuatro eran los candidatos: Modric, Isco, Di María y Özil. Éste último fue finalmente, el encargado de abandonar el campo. La decisión de su técnico no pareció gustarle demasiado. Es más, le mosqueó de manera evidente.

    En cuanto el cartelón del colegiado mostró su dorsal número 10, Özil torció el gesto, giró la cabeza y empezó a resoplar. Lento, muy lento, casi arrastrando los pies, Mesut tomó el camino de la banda sin mirar a Ancelotti. Sus ojos saltones se clavaron en el césped. Tenía un mosqueo considerable.

    Ancelotti le ofreció la mano al pasar por su lado y él se la chocó sin apenas observarle. Luego decidió tomar el túnel de vestuarios. Nada de sentarse con el resto de sus compañeros en la banqueta como sí había hecho Marcelo o repetiría Di María minutos después. No. Özil decidió que lo mejor era templar su cabreo con una buena ducha fría.

    Había sucedido otra vez. Otra vez él era la primera figura blanca en abandonar el césped. Ya ante el Betis repitió mosqueo cuando, en el 68, Di María saltó al terreno de juego en su lugar. Decepcionado, Özil dejó el campo con la cabeza ladeada. Sin ganas. No le hizo gracia ser el escogido. Repetir en Granada aumentó las sensaciones de aquella noche.

    Tanto, que el alemán protagonizó un segundo gesto más insólito todavía que el primero. En cuanto el colegiado pitó el final del partido, Özil salió del túnel de vestuarios ya totalmente vestido de 'civil' y puso rumbo al autobús del equipo blanco. Algunos de sus compañeros aún seguían en el césped cuando él ya se había sentado en el lujoso medio de transporte merengue. No esperó ni a la charla post-partido, ni a la zona mixta... nada de nada.

    En la capital no ha gustado este gesto, pero esperan que sea un simple calentó que el propio Ancelotti y Zidane (su mano derecha para estos casos) puedan relajar los ánimos de un futbolista que, para colmo, empieza a temerse lo peor con el fichaje de Bale.

    Se sabe posible suplente y eso no le gusta. Veremos si en los próximos siete días su situación cambia tanto como para salir del Bernabéu. Por ahora, lo que queda claro, es que está incómodo. Por eso se ha declarado en rebeldía.