Fútbol

Lo que el árbitraje no esconde: Mourinho y su responsabilidad en el adiós Champions

    José Mourinho, en el banquillo del Bernabéu, el pasado sábado | AFP


    Tras el ruido del día después, llega la reflexión del día siguiente. La eliminación del Real Madrid de la Champions League quedó marcada por la actuación arbitral, pero una vez despejada la niebla de la polémica, la lógica del balón impone su norma y apunta a un culpable más al descalabro blanco: José Mourinho.

    Quede dicho de antemano que las críticas al entrenador no portugués no desactivan el debate de los aciertos o desatinos de los colegiados que repartieron justicia en los dos duelos europeos ante el Barcelona.

    Sin embargo, que un trencilla haya estado mejor o peor no debería ocultar (más en un club de la entidad del Real Madrid) la autocrítica interna que tan grande ha hecho a los más grandes de Europa.

    Dicho esto, sería de necios no admitir que buena parte de lo ocurrido, buena parte de culpa en la eliminación (pongan ustedes el porcentaje) la tiene Mourinho y su catenaccio luso, especialmente en el partido de ida en el Bernabéu, dónde no sólo echó a perder la primera mitad del partido, sino que tampoco supo reaccionar tras la expulsión de Pepe.

    Un Real Madrid desconocido

    En aquellos 45 minutos iniciales el Real Madrid fue una caricatura de su peor caricatura. Los blancos vieron como la pelota era del Barça sin hacer un atisbo de presión, jugando como si de un equipo de Segunda División se tratase, amedentrado ante un Barça que, con todos los respetos, tampoco demostró nada en aquella primera mitad.

    Los culés no están en su mejor momento físicamente hablando y pese a ello, el Real Madrid anduvo blandito y sin aliento, sin morder al contrario de lo que sí ejerció en Mestalla apenas una semana antes, cuando los merengues salieron a comerse el mundo y ahogaron a los culés por todos los costados.

    En la vuelta del Camp Nou (y sin el sagradísimo trivote) el Real Madrid también volvió a ponerle más coraje y, sorpresa, el plan funcionó. Primer golpe para Mourinho: su idea de que sólo se le puede jugar al Barça a la defensiva no es verdad.

    Con líneas más juntas y algo más de mordiente, su propio Real Madrid le demostró al portugués en Mestalla y la Ciudad Condal que hay más de un antídoto contra los culé y que algunos de esos métodos pasan por un fútbol mucho más merecedor de la gloria blanca que el que la usada aquella tarde en el Bernabéu.

    Sin reacción tras el caso Pepe

    El segundo punto clave mira a cómo se reorganizó el Real Madrid tras la expulsión de Pepe. Fuera de sí por la acción y su propia expulsión, Mourinho no ejerció de lo que se le supone: un técnico con capacidades para moverse bien ante envites parecidos. No hubo ni cambios tácticos, ni movimientos de banquillo.

    Por mucho que doliera la roja al portugués, por mucho que aquello pareciera la puntilla sobre los blancos, lo cierto es que el equipo merengue podría haberse recolocado para defenderse mejor. De haberse logrado un resultado más corto e incluso el empate a cero, la vuelta habría sido un asunto bien distinto.

    Una tercera vía para la crítica a Mourinho habla de la alineación frente al Barcelona en el Camp Nou. Kaká e Higuaín saltaron al césped sin apenas minutos tras sus lesiones.

    Puntos de inflexión generados en el Bernabéu y en Barcelona que hacen que la atención se desvíe un poco de los árbitros. No es que éstos no tuvieran la culpa de lo ocurrido, es que los planteamientos del portugués hicieron que sus decisiones pesaran demasiado en el desarrollo de la eliminatoria.

    No sería la primera vez que en duelos de estas características los blancos sufren decisiones negativas de los colegiados a las que se sobreponen a base de buen fútbol y soluciones tácticas, ausentes en esta ocasión ante el eterno rival