Fútbol

Mourinho podría ver el Clásico desde el hotel o desde el autobús del Real Madrid

    Mourinho, durante el entrenamiento de este lunes | Reuters


    José Mourinho acaparará hoy todas las miradas del Camp Nou sin que nadie sepa, todavía, si se sentará o no el feudo del equipo blaugrana. La roja que vio en la ida hará que la UEFA le someta a un marcaje tan férreo que el luso podría ver el partido en el hotel del equipo e incluso en el autobús de los merengues. | Karanka: "El partido queda en un segundo plano".

    Así lo hizo en el Inter de Milán. Su expulsión ante la Juventus por aplaudir una decisión arbitral a favor de la 'Vecchia Signora' acabó con el portugués dirigiendo el choque desde el autocar de los suyos a través del téléfono móvil siguiendo las jugadas por la televisión del vehículo.

    Algo similar hizo en el Allianz Arena de Múnich, cuando, en un partido frente al Bayern, abandonó el palco donde veía el duelo para dirigirse al hotel y ordenar desde allí a su técnico asistente. La presión de las cámaras y el marcaje de la UEFA le impedían actuar con la libertad que demandaba.

    Este es el mayor obstáculo al que se enfrente el luso y todo el staff técnico del Real Madrid. El organismo europeo somete a un férreo control a los entrenadores expulsados para que no puedan dar ni una sola orden a los suyos.

    Esto es: Mourinho no se podrá sentar detrás de los banquillos, no visitar el vestuario del Real Madrid antes, durante y después del partido y tendrá prohibido el uso del teléfono móvil o cualquier otros sistema que le permita estar en contacto con el banquillo merengue.

    Por eso el entrenador medita seriamente quedarse en el hotel y dar desde ahí las instrucciones que desee y estime oportunas. Los tentáculos de la UEFA no llegan, todavía, a las habitaciones de las concentraciones de sus equipos.

    La seguridad y el caso del carrito

    La seguridad es, además, un aliciente para evitar una desagradable visita al Camp Nou. El Barça no puede dar a Mourinho ningún palco cerrado para dirigir a los suyos y la única opción es la de sentarse unas filas por detrás de los suyos en un área donde el contacto con los aficionados haría de la estancia del técnico, un auténtico infierno.

    Más complicado parece que 'The Special One' trate de llevar a cabo algún truco como el del carrito de la ropa sucia. Entrenando al Chelsea, Mourinho regateó la sanción de la UEFA escondiéndose en un carrito de los utilleros lleno de ropa para lavar. Una vez dentro del vestuario, salió, dio la charla necesaria y volvió a su escondite.

    En el Camp Nou gozaría de mayor vigilancia y, como es de esperar, no contaría con la connivencia de los trabajadores culés como sí tuvo, aquel día, con los empleados de Stamford Bridge.