Atenas, incapaz de alcanzar la mayoría para elegir presidente
Los mercados tiemblan frente a la probabilidad de elecciones anticipadas.
El próximo miércoles 17 de diciembre el Parlamento heleno se reúne para la votación que elegirá al nuevo presidente de la República, tal como dicta la Constitución del país. No obstante, en vez de tratarse de una demostración de espíritu democrático, es muy probable que este proceso sea el inicio de un camino que llegue hasta la convocatoria de elecciones anticipadas y de cambio de Gobierno.
Dado que el mandato del actual presidente de la República, Károlos Papulias, se acaba en febrero de 2015, el primer ministro, Antonis Samarás, ha decidido anticipar el proceso para la elección del nuevo presidente, justo tras la aprobación del Presupuesto de 2015. El candidato del Gobierno bipartidista es Stavros Dimas, miembro histórico del partido conservador de Nueva Democracia, y excomisario europeo de Medio Ambiente. Cabe añadir que Dimas fue también una figura candidata al puesto de primer ministro, tras la dimisión de Yorgos Papandreu el 2011 y antes de que dicho puesto fuera otorgado a Lukás Papadimos.
Las dificultades del proceso
Hasta aquí se podría hablar perfectamente de un habitual proceso constitucional. Pero hay complicaciones: es muy difícil, si no imposible, que la votación parlamentaria acabe dando resultado, teniendo en cuenta el equilibrio de fuerzas en el Parlamento griego y la intención declarada de los principales partidos políticos.
Para la elección del presidente se requiere una mayoría de dos terceras partes del número total de diputados, es decir, al menos 200 votos (de los 300 diputados). Si la primera votación resulta infructuosa, entonces el proceso se repetirá al cabo de una semana, el 23 de diciembre, con el mismo requisito de los 200 votos. Si tampoco hay resultado, habrá una tercera votación el 29 de diciembre, en la cual el umbral de la elección se reducirá a tres quintas partes del número total de diputados, es decir, 180 votos. En el caso de un nuevo fracaso, el Parlamento se disuelve dentro de diez días y ya estaremos de camino hacia elecciones parlamentarias, probablemente a finales del mes de enero. Tras las elecciones, el nuevo Parlamento se reúne de forma inmediata, lleva a cabo una nueva votación donde se requerirá la misma mayoría de 3/5 del total, es decir 180 votos. A falta aún de esta mayoría, la Constitución prevé una quinta y última votación por mayoría absoluta, es decir, 151 votos.
La quimera de la mayoría
Es importante describir todo este proceso largo, dado que es más que probable que así ocurra. Samarás es consciente de que la mayoría deseada de los 200 diputados es una quimera: el gobierno bipartidista actualmente cuenta con 155 diputados, una cifra que no le da muchas esperanzas. Syriza, el partido de izquierdas liderado por Alexis Tsipras (cuenta con 71 escaños), ha declarado en varios tonos que respaldará la candidatura de Dimas, el partido comunista ha hecho lo mismo, igual la Izquierda Democrática y el partido de Griegos Independientes. Faltan los 16 votos del partido neonazi de Amanecer Dorado, con quien nadie desea colaborar, pero en cualquier caso sus votos tampoco van a ser suficientes, ni para la tercera votación.
Entonces, ¿qué? El secreto común en Grecia es que el país está ya en periodo preelectoral. Hará falta un milagro para que se consiga una mayoría que elija presidente, del tipo de milagros de los que raramente suceden ya en Grecia. De modo que las elecciones parlamentarias anticipadas parecen ser el único camino. Y a no ser que dentro de las próximas semanas pase algo que cambie radicalmente el escenario político en Grecia, las elecciones las ganará Syriza. Las encuestas, ocultas y abiertas, le dan una ventaja de entre el 5 y el 10 por ciento frente a Nueva Democracia; además, la Izquierda Democrática está a punto de anunciar que si finalmente hay elecciones, suspenderá su operación como partido independiente y participará en las listas de Syriza, para reforzar el frente de izquierdas.
Sin embargo, este frente de izquierdas, y más bien sus intenciones declaradas frente a la gestión de los asuntos económicos del país son perspectivas que preocupan a los socios del país en el extranjero. Los acreedores internacionales no ven con buenos ojos la ola izquierdista de Syriza. Aunque es muy poco probable que Tsipras, como primer ministro, anule unilateralmente el memorándum o que borre la deuda pública del país, sí que se nota una cierta preocupación en los mercados.
Por otro lado, cabe recordar que la negociación del actual gobierno de Samarás con la troika no se ha acabado aún, y todavía falta la evaluación de la aplicación del plan de reformas en Grecia para que se permita el desembolso de otros 1.800 millones de euros por parte del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera. Un paso hacia esta dirección es la extensión del periodo de venta de bonos del EFSF por dos meses más, hasta finales de febrero de 2015.