Firmas

Cuestión de actitud

  • Habrá más de 750.000 empleos sin cubrir en las TIC al final de esta década
<i>Foto: Getty</i>.

Daniel Carreño

Con frecuencia hablamos del futuro del trabajo y el trabajo del futuro, pero lo cierto es que ese futuro al que nos referimos ya ha comenzado hace algún tiempo.

Esta semana he tenido la oportunidad de participar en distintos foros en los que se ha abordado el debate sobre la educación, la formación y el futuro del trabajo. En uno de ellos se decía que estamos viviendo "el mejor momento de la historia". Estoy de acuerdo. Vivimos, sin duda, una realidad singular caracterizada por circunstancias inéditas: la concurrencia en el tiempo de una seria de dinámicas tremendamente disruptivas.

Más que de transformación digital, hablo de la transformación tecnológica impulsada, entre otros, por el big data y la inteligencia artificial, pero también por la utilización de nuevos materiales en la producción y otras áreas innovadoras en salud como la genómica o la proteómica. Todas ellas son tremendamente disruptivas, cada una de ellas con impacto superior al conjunto de las que caracterizaron la revolución industrial y, además, presentan muchos elementos en común. Asimismo, se encuentran en un estadio inicial y se catalizan mutuamente, lo cual crea un entorno en el que es imposible realizar predicciones o seguir una hoja de ruta que haya probado ser exitosa.

La solución en mitad de esa complejidad es, sin duda, abrazar la tecnología. El crecimiento de la productividad de Europa se ha retrasado en los últimos años, particularmente en comparación con los EEUU, porque algunas economías europeas tardaron en adaptarse y adoptar la última gran ola de avances tecnológicos en la década de 1990, cuando hablábamos del Internet del consumidor.

Y aunque es evidente que la generalización de la tecnología provocará la desaparición de algunos trabajos como hoy los conocemos, según la UE, habrá más de 750.000 posiciones sin cubrir en trabajos TIC al final de esta década. Por eso, esta vez debe ser diferente, tanto en la forma en que nos preparamos para crear ganadores en una nueva economía, como para minimizar el impacto negativo que pueda tener.

En estas circunstancias, la tarea más crítica para la industria y los gobiernos es garantizar que los trabajadores, no solo los jóvenes sino también aquellos que ya han avanzado en sus carreras, puedan desarrollar, perfeccionar y mejorar las habilidades adecuadas para prosperar en un mundo donde el trabajo está cada vez más expuesto a la automatización. Esto significa crear una mejor y más amplia educación de habilidades técnicas como ciencia, tecnología, ingeniería, matemáticas, alfabetización digital y mayor fluidez en el acceso a la información y las comunicaciones. Garantizaríamos así una de las bases principales en torno a las que construir el futuro laboral, que es la capacitación, lo que yo suelo llamar aptitud con "p".

Sin embargo, siendo el conocimiento una condición absolutamente necesaria, es también insuficiente. Entre otros motivos, porque debido a la rapidez con la que se produce el cambio, en ocasiones, el conocimiento queda obsoleto en el mismo momento en que se adquiere. Acostumbrados a la planificación estratégica, con una hoja de ruta donde todos tenemos definido el papel que tenemos que jugar ¿cómo nos desenvolvemos en esta realidad cambiante? No hay una respuesta única a esta pregunta. Cada uno de nosotros tenemos que recorrer como individuos y como organizaciones nuestro propio camino y lo vamos a tener que hacer de una manera colaborativa. Tenemos que asumir esa incertidumbre y, en consecuencia, la resistencia innata que como seres humanos tenemos al cambio, debe conciliarse con la nueva realidad. Debemos redefinir el significado de fracaso y nuestra tolerancia al mismo, mediante el desarrollo de habilidades individuales y que a partir de ahora deben entrar a formar parte del programa educativo. Para mí, en estos momentos y en el futuro que se aproxima, van a ser tan determinantes como los conocimientos básicos adquiridos. La actitud, con 'c,' va a ser mucho más protagonista de lo que lo ha sido en cualquier momento de la historia.

La combinación de ambas nos permitirá afrontar en mejores condiciones esta época apasionante de enormes oportunidades y también extraordinarios retos.