Firmas

Las mil caras de Sánchez

    El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. <i>Foto: Archivo</i>

    Mariano Guindal

    Si tuiteas, no bebas", me escribe mi buen amigo el profesor Luis Garicano para indicarme lo peligroso que puede resultar escribir en caliente. Por esta razón, los viejos periodistas no suelen utilizar ni Twitter. Pero no es lo que hacen determinados políticos que usan, y abusan, de las redes sociales.

    El campeón de las sandeces expresadas por la red es sin lugar a dudas el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, que acusó a Carles Puigdemont de haberse vendido por "155 monedas de plata" el día que parecía que en lugar de declarar la independencia iba a convocar elecciones. Quim Torra es otro que tal baila. Por no olvidarnos de Pablo Iglesias y de Irene Montero, cuando escribían que comprar una casa de 600.000 euros invalidaba para gobernar. Pero de quien no pensábamos que caería en ese mundo fangoso sería Pedro Sánchez. ¡Pero no!, ahora que es presidente se están desempolvando las tonterías que ha escrito en su cuenta de Twitter. Por ejemplo, que él nunca consentiría tener en su gabinete a un ministro que estuviese imputado. Pues bien, ahora es el PP quien pide la dimisión de Luis Planas como ministro de Agricultura por estar investigado. No existe la menor duda de que Planas es inocente, pero está investigado por la Justicia y por tanto ... ¿ahora qué hacemos, Pedro?

    El problema de Sánchez ya no es que haya sido imprudente emitiendo opiniones como cuando acusó a Rajoy de "no ser una persona decente". El problema es que el nuevo presidente socialista es como en la película de Alberto Rodríguez El hombre de las mil caras (2016). Ayer acusó a Torra de "xenófobo" y mañana le hará arrumacos en La Moncloa. Hoy se hará la foto con los refugiados del Aquarius y dos semanas después defenderá ante el Consejo Europeo la necesidad de poner freno a la inmigración ilegal, lo que equivale a defender las tesis de la Europa fortaleza.

    Los ejemplos son infinitos: A veces aparece como socialdemócrata si tiene que pactar con C's o como el más feroz izquierdista si tiene que conciliar con Podemos. Piensa que eso es hacer política, cuando en realidad es que es un hombre que no tiene palabra. Parece un líder que trata de soplar y sorber al mismo tiempo y eso, antes o después, terminará explotándole en la cara.