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Italia, España y retóricas revolucionarias

    Luigi Di Maio y Giuseppe Conte, foto de Reuters

    Marcos Suárez Sipmann

    Hay más divergencias que similitudes entre Italia y España. Sobre todo, en la economía. La primera lleva estancada casi veinte años, España crece por encima de la media europea desde hace cinco. La crisis en Italia es sistémica, en España coyuntural.

    En España el multipartidismo aún no está del todo asentado y el europeísmo es mucho mayor. Es compartido por todos los partidos, ni siquiera Podemos es antieuropeísta. En Italia los euroescépticos Movimiento 5 Estrellas y Liga Norte superaron el 50 por cien de los votos. Los italianos votaron por Luigi Di Maio de los antisistema M5E y Matteo Salvini de la ultraderechista Liga Norte. Ambas fuerzas encarnan el populismo pero en realidad el ganador de la crisis es Salvini que promete "Italia primero". En España no hay nada parecido a la xenófoba Liga.

    La deuda estatal italiana ronda los 2,3 billones de euros (130 por cien del PIB). El gobierno italiano tiene que emitir regularmente nuevos bonos estatales para liquidar antiguas deudas. Solo este año serán alrededor de 250 mil millones. Torpes advertencias desde Bruselas sobre una coalición entre el Movimiento Cinco Estrellas y la Liga Norte son contraproducentes. Ahí están las desafortunadas declaraciones del vicepresidente de la Comisión y responsable de Presupuestos, el conservador alemán Günther Oettinger. Afirmó que esperaba que los mercados envíen "una señal" para impedir que los populistas lleguen al gobierno.

    El presidente de la comisión Jean-Claude Juncker le desmintió de inmediato pidiendo respeto para Italia. Aunque Oettinger pidió disculpas su error ha vuelto a dar alas a populistas y euroescépticos. Acto seguido el propio Juncker manifestó en Bruselas que Italia debería ocuparse más de sus regiones pobres del Sur y no echar la culpa a la 'deficiente ayuda' de la Unión Europea. Algo que hasta el presidente de la Eurocámara, el italiano Antonio Tajani, tildó de inaceptable.

    Está claro que cuanto más hablen los políticos de la Unión sobre Italia, mayores serán las reacciones italianas contrarias en el sentido de querer un gobierno antieuropeo.

    Los partidos tradicionales pierden fuerza en la UE. Más de la mitad de los europeos - el 56% - confía en los nuevos partidos para propiciar un cambio respecto a las fuerzas clásicas, según el Eurobarómetro 2018. Aun así, un 67% respalda la pertenencia a la UE y la considera beneficiosa.

    Las sociedades son más conservadoras de lo que parece. Los cambios revolucionarios abruptos muchas veces no pasan de retórica. Ni siquiera el programa de gobierno de las fuerzas rupturistas de la Liga y el M5E es ya directamente antieuropeo. Habían propuesto salir del euro y la condonación de deuda con el BCE. Es cierto que todavía insisten en acercarse a Moscú, la expulsión de inmigrantes, proteccionismo comercial y 'autonomía' bancaria. Mas ya se comprometen a "la plena aplicación de los objetivos del Tratado de Maastricht".

    Podría tratarse de una maniobra de distracción para no alarmar a la UE y desviar la atención de sus verdaderas intenciones: aumentar el gasto público y revertir las reformas estructurales de una economía que padece baja productividad y endeudamiento. No obstante, la Constitución italiana impide que un gobierno pueda rescindir tratados internacionales a través de un referéndum. En la práctica la Liga y el M5S no pueden ciumplir todas sus promesas. Es muy probable que la coalición tenga que seguir los pasos que enprendió en 2015 Syriza en Grecia.

    En Italia el jefe del Estado además de ser el máximo defensor de la Carta Magna desempeñará su papel de garante del cumplimiento de los tratados europeos. En España el Rey no dispone de ninguna de las armas con las que cuenta el presidente italiano. Puede, eso sí, dirigirse a la nacion con un mensaje rotundo cuando ve en peligro el orden constitucional como hizo ante los acontecimientos en Cataluña. Sin embargo, en Italia esto puede originar otro problema. Sergio Mattarella ha sido muy criticado por quienes estiman que ha interferido en la formación de gobierno y la selección de ministros. Los populistas buscan un enemigo para remarcar su perfil. Con un Berlusconi sin rumbo y la socialdemocracia en pleno proceso de autodestrucción queda Mattarella para abrir una crisis institucional.

    Las situaciones de Italia y España no son por tanto equiparables. Lo que sucede es que la crisis política italiana ha vuelto a poner el acento en el Sur de Europa. Al coincidir con la moción de censura en España a la inestabilidad se han añadido confusión y desconcierto.

    Lo único que vuelven a indicar estas crisis es la necesidad de que de una vez se instaure una gobernanza económica europea coherente y capacidad presupuestaria. Y ello justamente para que la eurozona no esté influida por crisis nacionales, como pasa ahora.