La función fiscal y su nueva gestión
- Las compañías deberán reevaluar la estructura de sus departamentos
Miguel Gutierrez, Jorge Girola
Nuestra sociedad está actualmente incursa en un proceso de profundos cambios. Las nuevas generaciones están demandando inmediatez en el acceso y generación de información. El uso de los avances tecnológicos está modificando nuestros hábitos. Ya no resulta extraño comunicarse por videoconferencia con familiares, ni tener un perfil virtual en las redes sociales, ni cerrar la compra de prácticamente cualquier bien por medios online, ni disponer de medios de transporte a través de aplicaciones en el móvil, etc.
El mundo empresarial, lógicamente, debe adaptarse a dicho nuevo entorno, ofreciendo productos y servicios de una manera más globalizada y tecnológica.
Como no puede ser de otra forma, la gestión fiscal de las compañías necesita también adaptarse a este nuevo entorno, alineándose con los nuevos negocios cada vez más complejos, digitales y globales y con las obligaciones de información fiscal, cada vez más exigentes, a las Administraciones Tributarias.
Es un hecho que las Administraciones tributarias cada vez invierten más en tecnología con el propósito de recabar y analizar información de los contribuyentes de forma más rápida y eficiente (buen ejemplo de ello puede ser el SII). Ello, va a requerir un redimensionamiento de los departamentos fiscales de las compañías en la medida en que los antiguos tiempos de reacción frente a dichas Administraciones han quedado del todo obsoletos.
También lo es que los países están adaptando sus legislaciones de cara a gravar adecuadamente todas las transacciones que están surgiendo en este nuevo entorno tecnológico/digital.
Los departamentos fiscales, por tanto, deberán enfrentarse a este difícil reto de acomodar sus estructuras a esta nueva gestión fiscal, cada vez más tecnológica y global para lo cual deberán contar además con sistemas de gestión y control de sus riesgos fiscales que sean, a su vez, eficientes y eficaces para atender debidamente a sus obligaciones tributarias en todo el mundo asumiendo los menores riesgos posibles.
Para ello, las compañías deberán reevaluar la estructura y organización de sus departamentos fiscales, los medios con los que cuentan, su interacción con otros departamentos que participen asimismo en la gestión fiscal, e instaurar procedimientos específicos de gestión y control fiscal (i.e. de liquidación de tributos, de reporting de información fiscal, de reporting de operaciones, etc.).
A lo anterior, hay que añadir también la cada vez más necesaria involucración de los consejos de administración en los temas fiscales, obligatoria para las entidades cotizadas y muy recomendable para las grandes empresas. Auguramos, en un futuro no muy lejano, que los contribuyentes serán calificados y evaluados de conformidad con sus perfiles de gestión y control de sus riesgos fiscales.
No debemos ignorar esta realidad, el nuevo entorno exigirá cambios en el desarrollo de la función fiscal en todas las grandes organizaciones empresariales, siendo necesario acometerlo con una visión global, tecnológica e integrada con el negocio. Toca trabajar en ello.