Los datos, aliados contra las enfermedades crónicas
- La disposición de los pacientes para compartir su informe clínica es clave
María José Miranda
La sanidad ha evolucionado hasta tal punto que la mayor amenaza para nuestra salud está al alcance de nuestras manos: los alimentos que consumimos. Estos, unidos a vidas sedentarias y a una salud mental deteriorada, implican que la sociedad ha de enfrentarse ahora a sus propios comportamientos en su batalla contra las enfermedades crónicas.
La ludificación del ejercicio físico mediante diversas aplicaciones de entrenamiento y fitness que monitorizan nuestro bienestar ha demostrado tener un enorme potencial. A medida que se afianzan la innovación y la transformación tecnológica en el sector sanitario, la certidumbre de nuestro avance recae en una fusión creativa de las tecnologías sanitarias y la confianza en la privacidad y seguridad de los datos que estas generan.
Comprender por qué resulta tan importante que garanticemos una evolución y democratización continua de la sanidad, dotando a los pacientes del futuro de las herramientas tecnológicas que necesitan para combatir las enfermedades crónicas, resulta sencillo: basta con descubrir un puñado de estadísticas clave.
El informe Health at a Glance: Europe 2016, elaborado por la OCDE, estima que la muerte prematura de 550.000 personas en edad laboral que se produce anualmente en la Unión Europea a manos de enfermedades crónicas, les cuesta 115.000 millones de euros cada año a las economías de la región, equivalente a un 0,8% de su PIB.
En la batalla de la sociedad por escapar del laberinto de las enfermedades crónicas, hay una serie de ámbitos clave que están cobrando protagonismo. La nutrición está ganando terreno en el ecosistema sanitario como una herramienta de prevención en la batalla contra enfermedades crónicas como el cáncer y la diabetes, ya que la obesidad es percibida como uno de los mayores retos en materia sanitaria del siglo XXI. La incidencia de la misma se ha triplicado en las naciones europeas desde la década de los 80.
Actualmente, más de un tercio de los niños de 11 años de Europa es obeso o tiene sobrepeso, y el 70% de los adolescentes del sur de Europa no alcanzan los niveles de actividad diaria recomendados por la OMS. La obesidad ya es responsable de entre el 2% y el 8% del total de los costes sanitarios y de entre el 10% y el 13% de las muertes de la región.
A medida que los servicios sanitarios van dando más libertad al paciente para evaluar el bienestar general del público, los pacientes están adoptando un papel más activo en el cambio. Este cambio de mentalidad representa una gran oportunidad para alterar nuestros hábitos y colaborar entre todos en pos del objetivo común de una salud de hierro.
Aquí es donde entra la innovación explosiva: cuando los mundos de los negocios y de la sanidad empiezan a comunicarse, la tecnología se convierte en solución. Así, estamos asistiendo a un surgimiento explosivo de dispositivos wearable que monitorizan y registran datos de los pacientes, en conjunción con aplicaciones de salud para smartphones, que pueden ayudar a prevenir enfermedades crónicas fomentando la actividad física, estimular cambios en los hábitos y educar al usuario sobre su salud.
El IoT puede contribuir a fomentar ciertos hábitos positivos en la sociedad. Según diversas estimaciones, el mercado mundial de las tecnologías de IoT en torno a la salud crecerá hasta alcanzar los 400.000 millones de dólares en 2020, llevando la sanidad al hogar y ofreciendo una atención más personalizada.
Estas tecnologías revolucionarias traerán consigo una avalancha de datos. Y no datos cualesquiera, sino los más personales que tenemos: datos sobre nuestra salud. Los datos sobre los pacientes son la veta de oro sobre la que se levanta la sanidad del futuro. Cuando estos datos se trasladan al ámbito de la investigación resultan claves a la hora de mejorar nuestra salud futura, ya que nos permiten valernos del machine learning para acelerar la cadencia de nuestros descubrimientos.
El acceso a los datos también abre las puertas a unos cuidados centrados en el paciente, a medida que los datos se van haciendo más accesibles para el paciente. Sin embargo, la disposición de los pacientes a la hora de compartir sus datos médicos, requisito clave para la transformación digital de la sanidad, depende de su confianza en las instituciones, servicios y empresas que trabajan en el ámbito sanitario.