Pymes y autónomos catalanes: encerrados por el separatismo y sin poder huir
Lucio A. Muñoz
El Gobierno, la oposición y determinados medios de comunicación subvencionados están intentando transmitir a la sociedad el mensaje de que el separatismo en Cataluña está desmontado. Pero tal premisa es una falacia: el proceso de independencia seguirá vivo mientras las políticas de inmersión lingüística continúen discriminando el castellano y adoctrinando a los alumnos. TV3 prosiga su estrategia comunicativa basada en el odio a España. Las administraciones sigan corruptamente desgobernadas. La policía autonómica catalana esté al servicio del separatismo. Etc.
De hecho, las elecciones del 21-D le han brindado al independentismo una nueva oportunidad para formar gobierno. Exactamente con los mismos partidos que gobernaban antes de la convocatoria de las mismas.
Todo ello, al margen de que los exgobernantes separatistas más relevantes, que se encuentran huidos de la justicia o en la cárcel, puedan ser sustituidos.
Es preciso considerar, del mismo modo, que la alternativa consistente en la convocatoria de unas nuevas elecciones autonómicas prolongaría aún más la situación de inseguridad jurídica, que está empobreciendo a Cataluña.
Recordemos que esta posibilidad podría convertirse en realidad, en el caso que las tres formaciones políticas que pueden formar gobierno no llegasen a un acuerdo para investir a un candidato de forma legal.
En virtud de lo anterior, queda demostrado que únicamente la aplicación del Artículo 155 en toda su extensión legal y temporal podría haber puesto en jaque al independentismo en Cataluña.
¿Vuelta a la normalidad en Cataluña?
Sin embargo, todo tiene su explicación. Tanto en cuanto, la 'vuelta a la normalidad en Cataluña' no es más que un anhelo del viejo bipartidismo (la parte más rancia del PP y el PSOE), que consiste en conformar un gobierno catalán a la vieja usanza.
Es decir, un gobierno de corte independentista, pero que no tense el separatismo hasta el extremo de declarar la independencia. Y, a la vez, que posea un perfil negociador, al objeto de poder seguir decidiendo resultados electorales y pactando presupuestos en clave nacional.
Evidentemente, la casta política tradicional se niega a aceptar que son los españoles, espoleados por Su Majestad el Rey Felipe VI, quienes están impregnando a España de una nueva normalidad, fundamentada en no ceder ante el chantaje procedente del independentismo catalán (y vasco).
Uno de los grandes problemas que se derivan de la inoperancia demostrada por la partidocracia española ante el desafío independentista catalán, no es otro que la constante huida de empresas de Cataluña.
Deslocalizaciones
En este sentido, las grandes empresas que, hasta la fecha, han cambiado su domicilio social (y fiscal) fuera de Cataluña, todavía no han procedido a deslocalizar sus principales centros de actividad empresarial, fábricas, etc.
Si bien es cierto que en el corto, medio o largo plazo, estas grandes empresas tendrán que tomar decisiones relativas a reinvertir en los centros principales de actividad industrial, fábricas...
En función de cuestiones relacionadas con la viabilidad empresarial. Tales como, necesidades de automatizar procesos y áreas de negocio, digitalización, transformación tecnológica de última generación, etc.
Cuando esto ocurra, de forma indudable, será más rentable para estas compañías deslocalizar definitivamente los principales centros de actividad empresarial, las fábricas, etc.
No olvidemos que determinadas multinacionales ya tienen proyectado en sus planes de negocio las deslocalizaciones de sus principales centros de actividad industrial e, igualmente, inversiones para crear otros centros nuevos fuera de Cataluña.
Fuga del talento
De todos modos, ya se ha producido una deslocalización del talento. Tanto es así, que el cambio de domicilio social de estas grandes empresas ha provocado, de la misma manera, un cambio de domicilio por parte de multitud de directivos pertenecientes a la alta dirección de las mismas.
Por consiguiente, casi ningún talento nacional ni internacional tendrá como objetivo desarrollar su carrera profesional en Cataluña.
Pymes y autónomos, a merced del separatismo
Aunque, son las pymes con menos capacidad financiera y operativa, y por supuesto los autónomos, quienes están sufriendo en mayor medida las consecuencias del no desmantelamiento del separatismo catalán.
Puesto que, a diferencia de las grandes empresas, los autónomos y la mayor parte de las pymes no tienen suficientes recursos para posicionarse fuera de Cataluña.
Consecuentemente, tendrán que hacer malabarismo financiero si quieren sortear la quiebra y, a la vez, acatar las injustas, antidemocráticas, liberticidas y, sobre todo, empresarialmente anticompetitivas leyes diseñadas por el separatismo.