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Cuando se registran cambios profundos

    Foto de archivo

    Juan Velarde Fuertes

    Al contemplar el panorama de la economía mundial en estos momentos, se observa la aparición, simultánea además, de profundos cambios respecto a lo que se debía tener en cuenta a principios del siglo XXI. Y eso, porque en el periodo transcurrido de éste nos encontramos nada menos que con lo que sigue.

    En primer lugar a pesar, del Brexit y de los intentos proteccionistas de Trump, la economía mundial ha aumentado sus interconexiones, muy en primer lugar por los impresionantes avances asiáticos.

    Desde la liquidación del shogunado y el paso a un pleno desarrollo del mikado, Japón se había convertido en una potencia económica de primera magnitud, pero ahora, tras la entrada de China y de Vietnam en el mundo de las economías de mercado, abandonando radicalmente los modelos derivados, más que los de Stalin, los de Lenin -recuérdese que en su última y breve etapa, había puesto este, en Rusia, en marcha la NEP (Nueva Economía de Mercado), con lo que desde la India a Corea del Sur, pasando por Singapur y los países de la Asean y con los avances de China que, por ejemplo, ha convertido, al controlar Hong-Kong, a esta localidad en una de las regiones mundiales con mayor libertad económica, en pugna con Singapur.

    Todo esto ha provocado avances económicos en estos territorios que se observan tanto en el comercio internacional como en el mundo financiero. Los lazos que así se han consolidado entre Estados Unidos, Europa y esa Asia con puertos en el Índico o en el Pacífico, busca nuevos enlaces mercantiles, por supuesto, pero también de modo creciente, lazos financieros. Pero eso sucede también entre europeos, norteamericanos e iberoamericanos. Y esos lazos -curiosamente un japonés lanzó los bitcoins -enlazan con otra de las grandes novedades tecnológicas actuales, generadas por la revolución digital.

    Parece difícil eliminar la existencia de los bitcoins, y menos aún, no observar sus motivaciones que tras la espectacular salida del bitcoin frente al dólar y el euro, crea las bases, como ha señalado el reciente Premio Nobel de Economía Thaler ha llevado a pensar si no comienza a superar en cifras porcentuales, al famoso mercado especulativo de los tulipanes, que crearon en Holanda, cuando llevó sus bulbos Clusios en el siglo XVII, una famosa fiebre especulativa. Esa vinculación del mundo entero, prácticamente con lazos mercantiles cada vez más amplios -a pesar del Brexit, como compensación surgió en Japón la Abeconomía, tiene un complemento radical, que influye e influirá forzosamente en esos enlaces, que es la revolución digital.

    Por eso es absolutamente necesario, por ejemplo, tener en cuenta los problemas que, en este sentido, acaba de exponer el 5 de diciembre de 2017, en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, el profesor González Páramo con el título de Cuarta Revolución Industrial, empleo y Estado de Bienestar, donde mostró, por ejemplo, como consecuencia de los avances tecnológicos, la espectacular caída en las horas semanales de trabajo, en Estados Unidos, Reino Unido y España en el periodo 1870-2000, desde en torno a las 60 a colocarse alrededor de las 35.

    Y ahora nos encontramos con un reto "para los ciudadanos, empresas y gobiernos (que) consiste en potenciar y aprovechar de manera inclusiva todas las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías en términos de bienestar y prosperidad. Es necesario un cambio de percepción en todos los ámbitos sobre los robot, la inteligencia artificial y el big data. Para afrontar esta nueva era tecnológica es necesario un rediseño profundo de las políticas de empleo, la educación y todas las medidas que garanticen la igualdad de oportunidades y la inclusión social.

    A nuestra sociedad y sus instituciones les cumple irse modernizando a medida que progresa la tecnología, para que sus efectos disruptivos sean notablemente positivos y se tengan al alcance de todos, las oportunidades de esta nueva era".

    Y también nos señaló que "no tendremos éxito si nos allanamos imperantes ante lo social o si nos afanamos en destruir como furiosos neoluditas".

    Finalmente, confieso que me ha apasionado la lectura del número de Información Comercial Española de julio-agosto 2017, con ocho aportaciones que hacen decir en su presentación a Fernando Ballestero y Andrés Pedreño, con el título de El cambio digital en la economía. Un proceso disruptivo, que "es obvio que las reglas y las prácticas de la economía están cambiando".

    Pero esto no es todo, porque recientemente han surgido unos factores nuevos con consecuencias muy importantes derivadas de la aparición de una auténtica revolución demográfica. Basta en ese sentido leer el reciente trabajo de Charles Goodhart y Manoj Pradhan, Demographics will revenge three multi-decade global trends, publicado en agosto de 2017, por el Departamento Económico y Monetario del Banco de Pagos Internacionales (BIS Working Papers No 656). Su tesis central es que existe en el mundo un cambio fundamental en varios aspectos económicos con un punto fundamental que explica el cambio. Consideran estos economistas que en los últimos treinta y cinco años, el cambio demográfico surgido en el mundo es el causante de un amplio conjunto de cambios en el aspecto económico.

    Estas alteraciones han sido, en primer lugar, la integración de gigantescas cantidades de la población de China a la población activa de ese país. También el avance, en este sentido, de la Europa occidental, con lo que se incluye a España, y naturalmente, la emigración del campo a las zonas urbanoindustriales, situándose ambas regiones mundiales en el conjunto de la economía global, esa a la que habíamos aludido al comienzo de este artículo.

    Y en este trabajo se expone cómo ese cambio demográfico con el incremento en el envejecimiento colectivo que se acompaña, influirá muy a fondo en el mercado financiero de las próximas décadas, a causa de una alteración en la caída de los tipos reales de interés, derivada de la presentación de una población de mayor edad y la confrontación política entre las cohortes más ancianas y la población que pasa a incorporarse por primera vez a puestos de trabajo, engendrando una notable alteración en la distribución de la renta personal. Y todo esto, en esta exposición, se señala que puede mitigarse si tiene lugar un auge en las economías de la India y de África.

    Esto es lo que originará el cambio derivado de que la población mundial creció aproximadamente a la tasa anual del 2% hasta aproximadamente 1990, pero a partir de ahí, las tasas de nacimientos y de fertilidad, cayeron. Y respecto a los factores de dependencia, cae la vinculada con la infancia, al descender la natalidad; pero aumenta la dependencia de los ancianos, al mejorar la esperanza de vida, y todo esto repercute en los mercados del ahorro y del consumo, o sea, en los tipos de interés.

    Y otra alteración forzosa la originará el calentamiento de la Tierra. La aceptación de que tal cosa se debe, esencialmente, como consecuencia de una serie de actividades productivas empresariales, y su comprobación, por ejemplo, en el deshielo de las zonas polares, genera dos consecuencias. Por un lado, una profunda alteración en las funciones de producción relacionadas con los mecanismos productivos de un CO2 que se encamina a la atmósfera.

    No es posible saber todavía si las que podríamos denominar las tesis de Trump se generalizan y como consecuencia el clima pasará a no atenuarse con todas las consecuencias, pero si en algún grado se aceptan las medidas nacidas en la Conferencia de París, continuamente actualizadas, las alteraciones en los mercados mundiales de productos básicos para muchos países se alterarán profundamente, así como las funciones de producción respectivas.

    Y estas alteraciones climatológicas están también vinculadas directamente con la cuestión del agua, producto derivado de la pluviosidad básicamente, salvo que se plantee una solución barata para eliminar la salinidad del agua del mar, proceso poco probable por ahora. Y el agua es esencial para la agricultura, para la refrigeración en la industria así como el lavado, y en las zonas urbanoindustriales, sencillamente para permitir la existencia de la población activa que se desea.

    Y siendo esto un factor radical de cambios, otro se origina -ya se ha iniciado como consecuencia del deshielo del Océano Glacial Ártico. El enlace marítimo entre la creciente economía asiática y la europea, dejará de verificarse por la ruta Pacífico-Índico-Mediterráneo-Atlántico, y pasará a la Pacífico-Ártico-Atlántico. Esto alterará numerosas rentas de situación que, de originarse ahora mismo, pasarían a ver, por su longitud y, de modo derivado, por su impacto en los puertos, muy reducidas sus rentas de situación.

    Todo esto -mayor globalización en auge, en lo mercantil y en lo financiero; la revolución digital; el impacto fortísimo de cómo se altera el crecimiento demográfico, más el cambio climático-, se ha puesto en marcha con mucha fuerza, y acaban, todos estos factores, teniendo enlaces notables entre sí.

    Y a ello se añaden problemas específicos con trascendencia universal, y desde luego para España, como se destaca con lo señalado por cuatro Premios Nobel de Economía en declaraciones al Semanal de ABC el 3 de diciembre de 2017, en un texto firmado por Carlos M. Sánchez, que recoge lo que sigue: Eric Maskin, de la Harvard University y Premio Nobel en 2007 señala como un peligro general adicional a lo expuesto, "la erosión de la clase media y la reducción de los salarios a niveles de subsistencia (que) llevan a la gente a partidos extremistas", con su derivación del auge de proteccionismos; Cristóbal Pissarides, de la London School of Economics, premio Nobel en 2010 señala que "los países que se resistan a la automatización, pensando que va a destruir empleo, perderán competitividad" y se quedarán atrás; Oliver Hart, también de la Harvard University, Premio Nobel en 2016, señaló que el euro "acabará por romperse" y agrega: "Lo que me preocupa es que si no se desmantela ahora, acabará deshaciéndose en peores condiciones. Y no va a ser agradable".

    Y por su parte, Lars Peter Hansen, de la Universidad de Chicago y Premio Nobel 2013, ofrece, a mi juicio, la expresión adecuada ante este panorama que se presenta, por todo lo señalado como algo fundamental en toda democracia: que la gran mayoría de la población debe tener la oportunidad de triunfar, "si estudia, si trabaja, si tiene una buena idea... La población debe confiar en que todo el mundo tendrá esa oportunidad. Y no sólo unos pocos privilegiados. Si la gente deja de pensar en esto, las consecuencias políticas pueden ser funestas".

    Y esas consecuencias funestas provocarán, todos lo muestran, el auge de los populismos, final peligrosísimo, como provocó, exactamente hace un siglo, la III Internacional, creyendo que así se podrían superar los problemas económicos.