Los guardianes del 'viernes negro'
Alejandra Mardones
El Black Friday, cuatro días de locura para el comercio y los ciudadanos que buscan gangas o que buscan ofertas, y cada vez más importante en España. Sin duda, se ha instalado ya en el calendario comercial por el considerable aumento de ventas. La gran afluencia de compradores a centros comerciales y tiendas tiene, por otro lado, un indeseado aumento de otro tipo de público: los amigos de lo ajeno. Y un aumento de hurtos y robos. En esta circunstancia, facilitar una experiencia de compra en paz y tranquilidad para consumidores y empresas pasa por un un aumento de la seguridad y la vigilancia. Es la ortra cara de la fiesta del consume y el turno de los "guardianes del Black Friday".
¿Cómo pueden defenderse los establecimientos en Black Friday? Las firmas que pueden, aumentan el personal de venta para incrementar la vigilancia de los espacios, refuerzan las medidas de seguridad en los productos sensibles y más proclives a ser sus- traidos en estas fechas y capacitan al personal de seguridad de las tiendas ya que, en la mayoría de los establecimientos, aumenta el stock.
Lo sabemos bien en Grupo Alto, desde donde hemos diseñado una metodología y enfoque propios para abordar los hurtos de forma complementaria. En mi opinion, solo con una mirada integral del hurto se consigue disuadir a los delincuentes. Es preciso poner el foco en la capacidad de las personas, especialmente de los empleados de los establecimientos, para prevenirlos. Y es que al final son ellos los que mejor conocen la tienda, los que incluso tienen identificados a delincuentes asiduos. Son ellos los que saben quienes perpetran los hurtos y cuándo lo hacen.
Pero en muchas ocasiones, las compañías no les facilitan que denuncien. Es necesario un mecanismo que acompañe y gestionar por ellos las denuncias y, también importante, perseguir todos y cada uno de los delitos. Con esta sistema, pueden reducirse en Black Friday el 56 por ciento de los eventuales delitos.
Los productos más robados estas fechas, dependiendo del tipo de establecimiento, son los que responden a esta descripción: pequeños y de gran valor en el mercado negro. Los artículos más sustraídos son los pequeños y fáciles de ocultar, como bebidas espirituosas, accesorios para móviles, pilas, accesorios de moda, chocolates y cuchillas de afeitar. Y los artículos de alto valor como tabletas, electrónicos, ropa o artículos de perfumería, salud y belleza son los preferidos para revenderlos en el mercado negro. Sin olvidarnos de los artículos de droguería, perfumería y cuidado personal, tecnológicos o ropa, los productos estrella del Black Friday.
Los modus operandi son muy variados para los enemigos de lo ajeno y hay cuatro maneras más comunes de estas fechas de Black Friday. La primera, los robos en grupos de hasta cinco personas, que esconden el botín entre sus ropas o paquetes de aluminio para burlar los radares antirrobo de las tiendas. La segunda, los hurtos perpetrados por mujeres con carrito de bebe o niños en brazos: esconden la mercancía entre las ropa del carrito y son capaces hasta de picar al bebé con una aguja o alfiler cuando salen del establecimiento para hacerlo llorar: con ello distraen la atención de los vigilantes. Actúan en pareja o tríos y otras personas las esperan fuera de los locales para emprender la huida.
Un tercer clásico de estas fechas es el robo perpetrado por pandillas de 10 personas que se dividen en grupos, con el fin de colocar pantallas o aparatos electrónicos en el carrito del súper, para salir corriendo del establecimiento, mientras otros distraen al personal de seguridad y uno o dos más esperan la mercancía en un coche en marcha, en el cual huyen.
Como experta en una compañía que lleva más de 13 años ayudando a los comercios de cinco países a prevenir y combatir el hurto, mi experiencia me dice que la mejor acción de control es maximizar las medidas de prevención y crear cultura de denuncia. Hay que denunciar los delitos, por pequeños que parezcan. Y es que, en España, a diferencia de otros países como Japón, somos bastante tolerantes al hurto culturalmente. Las compañías no pueden ser ajenas al problema de la pérdida desconocida, un problema que solo en el ultimo año supuso 1.800 millones de euros para nuestros comerciantes.