Firmas

La deuda de España


    Josu Imanol Delgado y Ugarte

    Desde hace algún tiempo, el agregado de la deuda que tiene España se viene situando por encima del producto interior bruto de un año (PIB); que para fijar ideas es, aproxidamente, como bien sabe el lector, un billón de euros.

    Resulta algo obvio que toda deuda, sea cual sea su ámbito, viene ocasionada precisamente por un desequilibrio entre los gastos y los ingresos que se tienen. Y la deuda que tiene el Estado, como no podía ser de otra manera, sigue este patrón.

    Por ello, si se analiza uno y otro lado de ello, se pueden observar de manera palmaria los problemas que adolece y donde estriban fundamentalmente las finanzas de España. Al estudiarlo, se puede llegar a ver que en el lado del gasto público unos gastos contraídos, incluso algunos de ellos superfluos y que consiguientemente bien podrían ser eliminados en su totalidad, cuyo pago debe atender  y que lejos de poder minorarlos es muy posible que encima aumenten, como por ejemplo el servicio de la deuda, que se debe financiar externamente.

    Además, existen en esa misma tesitura otra serie de gastos, como son los de personal, que en breve plazo de tiempo, subirán, dado que el salario mínimo interprofesional (SMI) se prevé que va a experimentar un ascenso hasta el entorno de los novecientos euros. Y si a eso añadimos que el número de funcionarios y trabajadores públicos es algo que aumenta sin cesar, la existencia de este motivo de preocupación es evidente.

    Además, por el lado de los ingresos es perfectamente observable que lo que se consigue recaudar resulta del todo insuficiente para poder sostener los gastos del Estado que existen en estos momentos, y como se ha esbozado, los posibles que se ocasionen en el futuro.

    Por lo que, lógicamente, se puede llegar a colegir que la necesidad de financiar todo esto con deuda externa va a incrementarse en un futuro próximo. El problema por tanto de la deuda, que además todo parece indicar que no va a poder ser reducida de una manera sencilla puede ,indudablemente, ocasionar perjuicios a todos.

    Todo indica que el crecimiento económico no va a ser suficiente para poder enjugar la deuda que el Estado tiene, en tanto en cuanto el sistema tributario no se rehaga en el sentido de que todos los que deben pagar impuestos, lo hagan.

    Se debe tener en cuenta, en aras de la verdad, y para fijar ideas, que el porcentaje real que puede recaudar la Hacienda Pública de las grandes empresas y grandes fortunas, que tanto representan en el producto interior bruto (PIB), se encuentra, en la práctica, en el entorno del 2% del total de todo lo ingresado por este concepto.

    Ahora bien, se debe tener en cuenta que mientras existan posibilidades fuera del país para poder realizar una gestión tributaria que ofrezca este tipo de posibilidades de elusión fiscal será obviamente muy difícil o casi imposible poder conseguir que se pueda paliar, a medio plazo, significativamente, el problema que se tiene con la deuda que persiste en estos momentos, de una manera pertinaz.

    Además, aunque sea algo de perogrullo, no se puede dejar de señalar que conviene conseguir que todas las inversiones públicas que se realicen, entendidas éstas incluyendo las empresas públicas, sean lo más rentables posibles para poder alcanzar la mayor efectividad.

    Y obviamente también que los gastos que se deban realizar, sean efectuados de una manera eficiente para que no sean en la práctica al final malversados los recursos empleados.