Firmas
Puigdemont pisotea la dignidad del Govern
- Si la opereta continua como se apunta, ese daño aumentará aún más
Víctor Arribas
La peripecia grotesca y claramente esperpéntica del ex presidente catalán en la capital de Bélgica está terminando por aclarar las cosas a los miles de catalanes que han sido engañados por este proceso. Su aparición el pasado martes hablando en tres idiomas y cercenando la palabra a los medios de comunicación españoles, su escondite en un hotel de tres estrellas junto a sus colaboradores necesarios, su afirmación de que no vendrían a España mientras no hubiera garantías de un juicio justo arruinada horas después por el viaje apresurado, citación judicial en mano, de alguno de los investigados... todas esas viñetas construidas a modo de humor malsano y patético, causan un perjuicio todavía mayor al Govern que Puigdemont dirigió.
Quien ha hecho notar hoy ese daño irreparable que el presunto líder de la independencia nonata le está haciendo a la institución que encabezó durante casi dos años, para desgracia de sus administrados, no ha sido ningún adversario político de Ciudadanos, PP o PSOE. No ha sido ninguna televisión enemiga de su causa, como sus aliados hacen notar respondiendo de forma insolente e insultante a la obligación de los periodistas de preguntar. No ha sido ningún juez en los requerimientos que estos días les llueven a los golpistas para acudir a los tribunales. Ha sido
Quien ha llamado la atención del ex president en su retiro europeo ha sido el presidente del PNV, Andoni Ortúzar, que considera más elevada y honorable la defensa del gobierno catalán que la de un personaje que arrastra su valor por las capitales del continente. No presentarse a declarar cuando ha sido citado por un juez de la Audiencia Nacional va a provocar que, tal y como la fiscalía ya ha pedido, se extienda una orden europea de entrega y que todos veamos cómo es detenido y trasladado a España en vuelo regular junto a dos agentes custodiándole. Las nobles instituciones de Cataluña no merecían este episodio.
Si la opereta continua como se apunta en alguna información, con un periplo por Moscú y Kosovo, ese daño aumentará aún más.
Puigdemont habla desde Bruselas como un represaliado, y se presenta aún como president del Govern en el exilio. The New York Times publica un artículo de Oriol Junqueras al que presenta como "vicepresidente de Catalunya". En este caso el daño se lo hace a si mismo una cabecera que se supone rigurosa y seria, y que da cobijo a semejantes cosas. La rectificación del periódico se ha producido tras una labor realizada por la embajada española en Washington que muchos pensamos debería haber sido anterior al desliz, no sólo en el Distrito Federal sino en todas las cancillerías del mundo occidental.
Los reportajes publicados en numerosos medios desde el pasado 1 de octubre demuestran lo equivocada que es la visión de este problema que se tiene en las románticas e idealistas redacciones de los países que nos rodean.