Firmas
Elon Musk convertirá su nuevo cohete 'BFR' en la envidia de las aerolíneas
Antonio Lorenzo
Elon Musk no vende humo. Ni mucho menos. Posiblemente es el hombre más influyente y poderoso de Silicon Valley y, por extensión, merece considerarse el referente tecnológico del momento.
El dueño de Tesla Motors, SpaceX, SolarCity, The Boring Company, Hyperloop y fundador de PayPal se ha ganado el crédito global a golpe de éxito. Desde hace años se ha empeñado en conquistar territorios fuera del planeta, donde la riqueza de los minerales extraterrestres rentabilizarán con creces cualquier esfuerzo financiero realizado. Musk prefiere no decir esto último para evitar la avaricia de otros poderosos, pero por ahí irán sus intenciones. Su fortuna de 20.000 millones de dólares le permite lanzar al vuelo su imaginación con proyectos tan felices como Tesla Motors, por ejemplo. El sudafricano de 46 años emplazó ayer a la comunidad internacional a seguir su presentación en el Congreso Internacional de Astronáutica, en Adelaida, Australia, donde deslizó sus planes para revolucionar el transporte aéreo y el extraplanetario.
Musk desveló su plan para reutilizar cohetes con los que poder viajar a cualquier parte del mundo en menos de una hora. Por ejemplo, podría contactar Shanghai con Nueva York en apenas 35 minutos. A través de su cuenta de Instagram, el ejecutivo envió el siguiente mensaje: "Vuela a la mayoría de los lugares de la Tierra en menos de 30 minutos y a cualquier otro lugar en menos de 60 minutos. El coste del vuelo será similar al de una plaza en un avión convencional, olvidé decirlo".
En esa aventura pretende utilizar el sistema BFR (Big Fucking Rocket, con perdón), por el que los pasajeros accederían al cohete a través de una plataforma situada en el mar. Desde allí se realizaría el despegue del ingenio con su nave nodriza, conjunto de 150 toneladas que alcanzaría la baja órbita terrestre (LEO) en cuestión de segundos. Un vez en esa zona, la parte propulsora volvería por sus pasos para los siguientes usos -con el ahorro que representa-, mientras que la nave con los pasajeros llegaría a cualquier sitio del mundo en menos de una hora, sin necesidad de pista de aterrizaje.
Por ahora, el proyecto de Musk no supone un riesgo para las aerolíneas, debido a que el número de usuarios que podrían pagar dichos pasajes sería muy reducido. Sin embargo, las compañías aéreas deberán seguir la estela del australiano para no quedarse fuera de juego. La viabilidad económica parece garantizada una vez que los propulsores puedan reutilizarse.
Musk también dejó boquiabiertos a la concurrencia con su plan para llevar al hombre a Marte en 2024, dos años después de lanzar su misión al Planeta Rojo. Ese será el primer movimiento de la creación de una colonia en Marte, que acogería a millones de humanos en el horizonte de los 50 o 100 próximos años. Cualquiera que le escuche puede pensar que Musk es un vendedor de sueños. Y sí, son sueños, pero de los que posiblemente acabarán cumpliéndose.