Firmas

La responsabilidad del Gobierno ante el 1-O

  • ¿Qué hicieron para evitarlo Rajoy, González, Aznar y Zapatero?
<i>El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Foto: EFE</i>

Víctor Arribas

La frase se repite cada día centenares de veces en las declaraciones de dirigentes políticos, no sin toda la razón que da el momento de especial gravedad y riesgo de fractura que vive España. Ni un solo partido de los que no forman parte del Ejecutivo central deja pasar la oportunidad de echar mano del certero argumento, que busca un reparto de responsabilidades correspondiente para cada uno, siempre salvando a uno mismo, por supuesto. Pero la frase, el certero argumento y la responsabilidad que se atribuyen al Gobierno en esta crisis son, además de tan partidistas como acertadas, claramente incompletas.

Desde aquel lejano 2012 el presidente del Gobierno español ha sido ininterrumpidamente Mariano Rajoy. Con períodos prolongados de interinidad en funciones, pero siempre con la responsabilidad del país a sus espaldas. Los errores cometidos en la manera de afrontar la andanada independentista de este siglo son suyos sobre todo. La respuesta de la inacción durante largos meses, la ausencia de un mensaje que convenciera a muchos ciudadanos desengañados en plena crisis económica, la única apelación a la ley como arma de combate frente al extremismo separatista, han lastrado la posición del Ejecutivo que ha visto crecer y engordar el problema hasta llegar al drama que hoy tenemos.

Pero considerar a este Gobierno como el único causante de este desaguisado es omitir la realidad con intereses evidentes. No habrá que mencionar la principal y abrumadora responsabilidad de los partidos separatistas que han conducido a Cataluña a un callejón sin salida, porque son los directos artífices a los que no se puede quitar ni un gramo de culpabilidad. Pero sí a los anteriores gobiernos con sus respectivos presidentes, sus partidos y sus decisiones equivocadas para afrontar la gestión del catalanismo y tener contentas a sus figuras más destacadas.

Los gobiernos de Felipe González, quien ahora asegura firmemente que él ya habría aplicado el artículo 155, tienen su parte directa de responsabilidad en todo lo que está ocurriendo. Cortejaron al nacionalismo entonces aún moderado para garantizarse la permanencia en el poder y miraron para otro lado cuando era ya un secreto a voces el germen de la corrupción que ha estallado en la cara de familias enteras y partidos que se perpetuaban en la Generalitat. Algunos fiscales han dado pinceladas sugerentes respecto a la forma en que se dejaron de perseguir aquellas evidencias para no molestar al amigo catalán.

Los gobiernos de Aznar se apoyaron en los mismos actores que hoy han roto las reglas del juego para llegar al poder, y contribuyeron a vaciar al Estado de competencias en materias que tal vez nunca deberían haber sido descentralizadas. El fenómeno separatista iba, pese a esas concesiones, creciendo cada año.

Y los gobiernos de Rodríguez Zapatero dieron la puntilla a todo el proceso con su actitud de manga ancha y comprensión hacia un nacionalismo que estaba ya al borde del independentismo. El PSC gobernó en el Palau de la Generalitat con los apoyos que

todo el mundo recuerda, y la vía radical que hasta entonces sólo existía de forma minoritaria en manifestaciones y concejalías se instaló en la moqueta del poder diseñando buena parte de la operación que ahora conocemos en todos sus extremos.

En una situación tan delicada como la actual, hablar del Gobierno es mencionar una institución fundamental para el bien común de todos los ciudadanos. No es hablar de un partido político concreto. Los errores del Gobierno son los errores de los distintos partidos que lo han ocupado o apoyado desde hace tres décadas.