Aciertos y errores del nuevo Plan Movea
José María Riaño
La aprobación en el Consejo de Ministros celebrado el pasado 16 de junio de una nueva edición del Plan Movea es, sin lugar a dudas, una buena noticia. No en vano, el impulso a los vehículos de energías alternativas contribuirá a la convergencia de su peso en nuestro parque móvil con el de los países de nuestro entorno, y, sobre todo, a una movilidad más respetuosa con el medio ambiente en España.
En el caso de los vehículos ligeros, el indispensable segmento del mercado al que representa ANESDOR, la segunda edición de Movea constituye además una gran oportunidad para tender no sólo hacia una movilidad más verde, sino también más eficiente. Y es que incentivar la compra de vehículos ligeros eléctricos es fomentar una movilidad menos contaminante, pero que también reduce los tiempos de desplazamiento, realiza un menor desgaste de la vía, facilita el aparcamiento y tiene asociado un menor coste de mantenimiento si reemplaza a otros medios de transporte.
En ese sentido, desde la Asociación Nacional de Empresas del Sector Dos Ruedas, que representa al 96% del mercado, nos parece especialmente positivo que el nuevo Plan Movea no sólo incluya a las motocicletas entre los vehículos susceptibles de recibir ayudas, sino también a los triciclos y cuadriciclos, llamados a tener un papel cada vez más importante en la movilidad en nuestras ciudades.
Ese acierto contrasta sin embargo con una exclusión que para nosotros y para nuestros 41 asociados resulta inexplicable: la de los ciclomotores -un segmento en recuperación, cuyas matriculaciones acumulan un crecimiento del 19% en los cinco primeros meses del año en comparación al mismo periodo de 2016, y que sin embargo sigue estigmatizado por una regulación que le da la espalda de forma sistemática.
Esa omisión resulta doblemente sorprendente si prestamos atención a la evolución concreta del mercado de los vehículos eléctricos de dos ruedas en el arranque de 2017, en que el crecimiento en las matriculaciones de ciclomotores eléctricos entre enero y mayo ha sido del 128%, frente al 7% de las motocicletas.
Desde ANESDOR, lamentamos asimismo que el precio máximo de los vehículos que podrán acceder a ayudas se haya fijado en unos 8.000 euros que excluye a las motocicletas eléctricas con un mayor peso tecnológico y que ofrecen mayores autonomías. En el contexto de un plan
positivo, esa mácula expulsa de su perímetro a los vehículos que, paradójicamente, podrían realizar una mayor contribución a la protección del medio ambiente y a la racionalización de la movilidad en nuestras ciudades.
Hechas estas dos salvedades -esto es, la omisión del ciclomotor y el umbral de precio para acceder a las ayudas-, no podemos considerar el Plan Movea más que como un acierto, e incluso esos dos aspectos conflictivos para nuestra asociación no nos han conducido más que a redoblar nuestro diálogo con la administración para intentar solucionarlos de cara a un tercer Movea, que no dudamos que será necesario todavía para impulsar las alternativas a la gasolina y al gasóleo para la propulsión de nuestro parque móvil.
Además de tenderle la mano, pedimos también a la administración que este Movea no sea un oasis en el desierto, que sacie la sed de industria y usuarios pero que acabe resultando un espejismo: algo que ya ha ocurrido en el pasado por la falta de continuidad en el tiempo de planes anteriores.
Para ANESDOR, esa continuidad ha de ir además de la mano de la mayor uniformidad posible en las ayudas a cargo de los distintos niveles de la administración, y de un importante esfuerzo informativo para hacer llegar los términos y ventajas de Movea a un sector demográfico lo más amplio posible de una forma efectiva y pedagógica.
La combinación de todos esos factores -diálogo con el tejido asociativo que representan entidades como la nuestra, continuidad en el tiempo, uniformidad y divulgación- asegurará un buen legado de este segundo Movea y un acierto todavía mayor de planes sucesivos. Por eso, desde ANESDOR no nos resta más que reiterar que estamos dispuestos a colaborar con todos los actores que participan en el engranaje de la movilidad en cualquier capacidad para que sean posibles.