La realidad del emprendimiento: startups quebradas en plena burbuja a punto de reventar
- Una historia real ilustra la dureza de levantar una empresa de éxito
- La falta de conocimientos empresariales y la escasa financiación, claves
Carles Torrijos
Jacinto (nombre ficticio) tiene 39 años, es ingeniero y trabaja como director de operaciones en una empresa del sector de la automoción de la provincia de Valencia (no es la Ford). Tiene 150 personas a su cargo. Lleva siete meses. Antes había trabajado dos años en Madrid, en una empresa de bicicletas, con muy buen sueldo, aunque su familia seguía a 350 kilómetros.
Jacinto trabaja para otros, pero hace unos años se embarcó en una aventura empresarial, C&O (nombre ficticio), con otros seis socios. Se centraron en desarrollar un sistema vestible inteligente. Registraron la marca WORNK (nombre ficticio) que comercializaba una camiseta que recogía información cardiaca y la trasladaba a una aplicación móvil a través de bluetooth.
Pensaron primero en un uso sanitario, aunque luego vieron que, para popularizar el producto, había que centrarse en el mundo del deporte y bajar más su precio. Y recibieron galardones. "Me entraban pedidos al teléfono móvil en el momento de subir al escenario a recoger el premio. Empezamos a facturar entre 10.000 y 20.000 euros al mes".
Del éxito al cierre pasaron unos seis meses. Incluso cruzó el charco, llegó a Boston en busca de inversores y nuevos clientes. La firma tenía en nómina a siete personas, todas con sueldo de ingeniero, con puestos de trabajo muy específicos en temas de desarrollo de producto e informático. "Los empleados encontraron trabajo a la semana de cerrar", señala Jacinto.
El sueño y el trabajo de siete socios, que arrancó en 2008 como una S.L. finalizó. Todo había surgido en un laboratorio de la Universidad Politécnica de Valencia. El embrión del emprendimiento fue un proyecto financiado por la Unión Europea entre 2005 y 2007. Registraron patentes. Entre mayo y junio de 2014 la compañía se liquidó.
Tuvieron que resolver infinidad de problemas técnicos; era un producto caro de fabricar y difícil de usar; poco atractivo a la vista para el consumo masivo. Si para el sector sanitario el precio de cada unidad era de 400 euros, para el público debería quedar fijado en 100. A finales de 2012 consideraron que ya tenían un producto "robusto, fiable, atractivo y de fácil manejo". Habilitaron una plataforma digital de venta y se contrató a una persona de marketing y comunicación.
Jacinto explica que "cuando creas un producto de masas, necesitas unas espaldas enormes detrás. Tienes que invertir mucho dinero en marketing. Si te has gastado equis en desarrollar el producto, tienes que multiplicar por diez esa cantidad y destinarla a promoción. Si no haces eso, la repercusión de tu producto y de tu trabajo mengua".
Con todo, Jacinto reconoce que "nuestro producto no estaba preparado para el momento en que salió al mercado". Dos años antes de liquidar la empresa recibieron el premio The App Date en Madrid como mejor producto innovador.
La aventura de emprender
El año pasado se batió el récord de creación de nuevas empresas en España. La cifra exacta es de 102.302 sociedades, un 8% más que en 2015. Según datos de Informa D&B, empresa de suministro de información comercial, es la cifra más alta desde 2008. No obstante, la austeridad de los nuevos emprendedores es patente: el capital invertido ha menguado en un 22%. El dinero destinado a montar negocios alcanzó 6.300 millones de euros en nuestro país.
Por otro lado, los estudios de Spain Startup indican que nueve de cada diez startup mueren antes de cumplir los tres años. Solo un 10% sigue funcionando después de 36 meses de trayectoria. ¿Por qué? Son varios factores: desde la dura competencia y la falta de financiación -dos clásicos- hasta no saber diferenciarse o imitar un modelo de negocio sin adaptarlo a la realidad del cliente. Los sectores del comercio electrónico, viajes y turismo sufren, como nadie, los rigores de los ciclos económicos y les cuesta salir adelante.
El economista Fernando Martínez, con diez años de experiencia como liquidador concursal, señala que "la burbuja del emprendimiento está reventando, ya ha explotado" y afirma que "falta más cultura financiera, el empresario debería dejarse asesorar". "La falta de gestión profesional en la pyme española es el caldo de cultivo para acabar liquidando la sociedad".
Otro dato que confirma la falta de cultura financiera en España: Los alumnos de 15 años no llegan a la media europea en conocimientos financieros (interpretar una factura, qué es una nómina, por ejemplo). La evaluación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que forma parte del informe PISA 2015, deja claro que un 25% de los estudiantes no alcanzaba las competencias más básicas en esta materia.
Otro punto de vista que explica la burbuja del emprendimiento es que una parte de los que arrancan un proyecto ha sido víctimas de la crisis, ha capitalizado el paro, ha invertido sus ahorros, ha pedido dinero a sus familiares y amigos y se ha embarcado en una aventura empresarial desconocida.
Para ello, miles de jóvenes se han acogido a la tarifa plana del Gobierno con el fin de pagar una cuota de autónomo reducida durante los primeros 18 meses y ,encima, no computan como desempleados en las listas del paro, independientemente de que tengan apenas ingresos y no hayan redactado un plan de negocio como toca.
Dentro de un par de años se verá si el boom del emprendimiento acaba en más personas, de nuevo, en la cola del paro. Y con el estigma de haber fracasado, cosa que en Estados Unidos se valora a la hora de encontrar un empleo.
¿Por qué cerró la compañía de Jacinto?
La primera causa fue la falta de financiación. Un impago de clientes por valor de casi 50.000 euros y vender un producto cuya tecnología, hace diez años, era demasiado adelantada. "Una aplicación móvil te la descargas en pocos segundos ahora, pero cuando nosotros arrancamos no sonaba tanto Android, Play Store o iOS", explica Jacinto.
El distribuidor que lograron en Boston, que se enamoró enseguida de WORNK, les encargó un gran pedido pero adaptado a las tallas de los estadounidenses. Al poco tiempo, la empresa se declaró en quiebra y no pudieron cobrar el pedido. "Eso fue un punto de inflexión. Tuvimos que recurrir a abogados".
Jacinto se queja: "En España, para pedir dos duros, te piden el alma". Ante esta situación, la empresa siguió buscando financiación pero "te das cuenta de que 100.000 euros te los fundes en tres meses. Necesito medio millón para más producto y más marketing".
Jacinto reconoce que no había hecho un plan de negocio en su vida y se lamenta porque "no dimos con la persona idónea que nos ayudara a dar el salto. Conocimos a mucho pirata y vende humos y perdimos mucho tiempo, dinero y energía". WORNK no creció al abrigo de una aceleradora o vivero de empresas.
Jacinto lo tiene claro a la hora de lanzar unos consejos a las personas que deciden emprender. "Lo primero es que debes ser realista, conocer cuál es el mercado real del producto que quieres lanzar". También tienes que tener una "visión para dimensionar los recursos que vas a necesitar hasta poder llegar a vender el producto". Esto es, ¿cuánto tiempo tiene que pasar desde que tienes una idea, trabajas, la pones en marcha, trabajas, investigas, sigues trabajando, haces un prototipo, registras patentes, gastas mucho dinero, trabajas más todavía y decides fabricar en serie?
Jacinto subraya que el periodo de investigación puede alargarse más de lo previsto. Al final, la empresa no está vendiendo todavía, no factura, no tiene ingresos pero tiene que seguir pagando un alquiler. En su caso, 1.500 euros al mes por unas oficinas del Parque Tecnológico de Paterna, en Valencia.
WORNK recibió subvenciones del IVACE, antes IMPIVA durante los primeros años. Entre 20.000 y 30.000 euros, pero "el dinero te lo dan después de presentar el proyecto, no te lo dan antes". El equipo de Jacinto registró hasta tres patentes, pero considera esta parte del trabajo como un "agujero negro". "Siempre tenía que pagar. Es un sacadinero esto de las patentes, te dan ganas de abandonar, pero si quieres conseguir inversores es la mejor carta de presentación, de lo contrario no se arriesgan".
Nota: La versión borrador de este reportaje incluía el nombre verdadero del empresario, de la empresa y de la marca comercial. Por expreso deseo del protagonista y de su familia hemos respetado su anonimato. El resto de datos, como lugares, instituciones y cifras, se ha mantenido.