La inversión responsable: mucho más que una mera tendencia
Jared Marquez
A finales del pasado mes de abril, según datos del INE, España recuperaba el mismo nivel de PIB previo a la crisis, lo que se ha venido a llamar la década perdida. Una de las conclusiones de este periodo convulso es que el inversor parece haber extraído valiosas lecciones. Una de ellas, sin duda, es que en el mundo de la inversión, no vale todo, y que no exigir criterios de éticos, "hacer la vista gorda", puede hacernos perder dinero.
Esta impresión se nota en el avance imparable de las iniciativas de inversión colectiva con criterio responsable. Podemos citar dos ejemplos, de los muchos que tenemos a nuestra disposición. A nivel nacional, según datos recopilados por Spainsif en su último informe anual, en el año 2002 el mercado ISR (inversión socialmente responsable) contaba con 80 millones de euros bajo gestión. Esta cantidad ha ido creciendo progresivamente tanto en volúmenes como en calidad, hasta alcanzar la cifra de los 169.359 millones de euros al cierre del ejercicio 2015. A nivel internacional, los Principios de Inversión Responsable promovidos por Naciones Unidas, ya agrupan a más de 1.700 entidades que gestionan activos equivalentes al 84 por ciento de la riqueza mundial generada en un año, tomando como referencia el PIB global.
Más allá de las cifras, que demuestran su aumento? ¿Por qué podemos decir que se trata de mucho más que una tendencia? Podemos distinguir diferentes motivos. En primer lugar debido a que la necesidad de gestionar los riesgos extra-financieros de forma responsable ya forma parte de la cultura de los tres protagonistas de la inversión colectiva, es decir, compañías cotizadas, gestor de activos e inversor. Todos los implicados están interesados en identificar riesgos potenciales que su inversión puede afrontar en el futuro. Y en este punto seguro que nos vienen a la cabeza casos controvertidos provocados por no tener los controles adecuados, accidentes debidos a políticas de crecimiento agresivo, multas por mal gobierno de una compañía, etc.
También el aspecto regulatorio debe jugar un rol fundamental en la gestión responsable de los riesgos extra-financieros. Por ejemplo, a nivel nacional, el código de buen gobierno aprobado por la CNMV pone el foco en la retribución de los consejeros de sociedades cotizadas, fomentando la transparencia, la paridad y la independencia en la gestión. De esta forma se obliga por norma a que el gobierno de las compañías evite algunos de los excesos que han acabado perjudicando a los inversores. En este entorno cobran mayor valor los valores intrínsecos de cada compañía, como destaca en el sector financiero el ADN cooperativo de entidades como Caja de Ingenieros, con valores corporativos muy claros, como son la ética, el compromiso y la confianza con el socio. Otra vía por la que la regulación influirá en la gestión responsable es la gestión del medio ambiente, donde los países más comprometidos con los objetivos de Paris COP21 están incluyendo requisitos de transparencia de emisiones contaminantes de los activos gestionados.
Precisamente, el factor ambiental ya está siendo uno de los motores de la gestión responsable. Los desafíos que presenta el cambio climático para la humanidad, provocan que el sector financiero en general, y la inversión colectiva en particular tomen partido. Los efectos del calentamiento global también son negativos para la economía, y si no se pone remedio reducirá la riqueza global, afectando directamente al negocio financiero. En esta línea algunas gestoras ya están apoyando iniciativas globales para poner en el foco en la relación cambio climático - sector financiero. Por ejemplo el Grupo Caja de Ingenieros ha lanzado recientemente el primer fondo ISR medio-ambiental domiciliado en España, Caja Ingenieros Environment ISR, FI, que invierte en compañías con reconocimiento mundial, pero que en sus procesos tienen en cuenta el impacto medioambiental y realizan esfuerzos en el campo de la innovación para mejorar el futuro del planeta. Además, mediante la propia gestora de Caja de Ingenieros se está apoyando proyectos como el Carbon Disclosure Project o el Montreal Pledge, dirigidos a aumentar la información sobre emisiones contaminantes del sector corporativo.
Para finalizar, no hay que olvidar destacar que la responsabilidad en la inversión no está reñida con la rentabilidad, sino más bien lo contrario como ya demuestran numerosos estudios. Y es que reducir riesgos (regulatorios, operacionales, de negocio?) necesariamente nos debe conducir a aumentar la rentabilidad a medio y largo plazo.