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¿Por qué nos interesa la Antártida?

    <i>Foto: Dreamstime</i>

    Juan Velarde

    La Real Sociedad Geográfica ha patrocinado, o se ha vinculado, desde su fundación en 1876, en multitud de tareas que, después, han tenido enorme repercusión económica. África ha sido objeto de expediciones, de viajes, y hoy vemos que se han convertido en muchos de estos recorridos e informes en base a considerar ya de nuestro abastecimiento de fosfatos e hidrocarburos. Y recientemente ha mostrado interés por la Antártida. Pero eso, ¿desde cuándo y para qué se ha hecho?

    La raíz por ese interés la encontramos en el que podríamos denominar interés de esta Real Sociedad Geográfica por todo lo que se refiere a las exploraciones españolas, a partir de 1492, para conocer tierras nuevas. En este sentido, el paso del Atlántico al Pacífico por el Cabo de Hornos, proyectó hacia las zonas heladas de la Antártida a navegantes españoles. Ese paso meridional fue explorado antes de nadie por los españoles. Pensemos que la salida de productos del Pacífico que pudiesen llegar a España, si escogían la vía marítima, no había otra ruta pues no existía la de Panamá. Por otro lado también era necesario actuar en torno a él para cortar las expediciones inglesas. Por referirse a una cuestión económica aludiré a un consecuencia científica de esta presencia inglesa y de la reacción española. La desierta isla de Juan Fernández, hoy chilena, ofrecía a los navegantes agua y los corsarios ingleses decidieron descansar en ella antes de presentarse ante las costas del virreinato del Perú. Pero, para que la estancia fuese más cómoda, dejaron unas parejas de cabras, para que se reprodujesen, y poder tener, además de agua, carne. Enterado de esta maniobra el virrey envió una expedición militar a la isla Juan Fernández con la misión de matar a todas las cabras. Pero las más ágiles huyeron hacia zonas inaccesibles. Los españoles llevan perros muy capaces para liquidar las cabras, pero las pocas refugiadas no impedían que los perros muriesen de hambre. Se reproducían las cabras al no existir casi perros, pero los pocos canes que quedaban, al volver a abundar las cabras lograban pervivir y reproducirse, con lo que, de nuevo, se volvía a la situación anterior, y todo ello formaba un equilibrio de perros y cabras que, tras la expedición de Darwin y a través del Informe del Reverendo Townsend, saltó al manual de los economistas, como explicación del equilibrio que se origina, cuando actúan con libertad los agentes en el mercado.

    Pero volviendo a la Antártida, ese paso no hizo que los primeros descubridores de este continente fuesen los ingleses. El primero que contempló la Antártida fue el español Gabriel de Castilla, en el siglo XVII, al efectuar esa ruta entre el Atlántico y el Pacífico.

    Pero, recientemente, el impacto de la Antártida y el que merezca la pena su exploración, tiene dos direcciones. Una, por el debate del cambio climático, con innumerables consecuencias para la política económica. España se juega mucho en relación con el cambio del clima. ¿Y si por el calentamiento, el tráfico puede, en buena parte, huir de hacerse entre Europa y el Pacífico por el Atlántico-Mediterráneo-Suez-Mar Rojo-Índico y Pacífico, y pasar por el Artico?

    Pero, además, está la cuestión de la pesquería. España ha ido perdiendo aquellas viejas zonas de pesca conseguidas tras acciones bélicas y gracias a acuerdos internacionales, con lo que nuestras posibilidades en ese sector situaban la frontera en Terranova, frente a Canadá, hacia el Norte, y hacia el Sur, gracias a la existencia no solo de Canarias, sino del Sahara español y de una situación sumisa de Marruecos. Tras el abandono de esa larga costa, se han cortado posibilidades. Y además en el Atlántico la política comunitaria también perturbó la pesca española. Todos sabemos la consecuencia que supuso la entrada conjunta de España y Portugal en el ámbito de la denominada PPC, Política Pesquera Común. Y la posibilidad de encontrar amparos para este sector económico que merece la pena, sobre todo en aspectos regionales, y en las aguas de la Antártida parece existir un importante futuro y la Real Sociedad Geográfica nunca ha evitado profundizar lo más posible en relación con nuestras posibilidades pesqueras.

    He ahí la importancia de que un socio de ella, Ramón Hernando Larramendi, haya hecho una exploración en ese continente, con datos en su espléndido artículo Experiencias Transárticas Españolas. La primera travesía realizada en vehículo movido por el viento, publicado en el "Boletín de la Real Sociedad Geográfica", 2007. En ese artículo no solo vemos las posibilidades del catamarán polar, imaginado por Ramón Hernando de Larramendi, en su famosa exploración de Siberia al Polo Norte Geográfico. Toda esta marcha por la Antártida iba a ser la de "cruzar por el llamado Polo del Frío, e iba a pasar por Vostok, donde se han registrado las temperaturas más bajas de la Tierra -89'3ºC, y durante la expedición a temperaturas alrededor de los 40ºC bajo cero. Además se consiguió, por primera vez, llegar al Polo Sur de inaccesibilidad, es decir, al punto más remoto de la Tierra".

    Además, España, como consecuencia de un Tratado, pertenece al denominado Centro Antártico, y en ese ámbito existe un establecimiento militar español, en la base Rey Juan Carlos. Por eso, ante problemas climáticos, zonas pesqueras para nuestros buques y nunca se sabe qué otra opción pueda obligar, no ya desde el punto de vista científico, sino económico, expediciones como la del miembro de la Real Sociedad Geográfica, Larramendi, merecen la pena.