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¿Un momento histórico para Theresa May?

  • El 'Brexit' ha llevado a un resurgimiento del nacionalismo escocés
La 'premier' británica, Theresa May. <i>Foto: Getty</i>.

Marcos Suárez Sipmann

En esta semana del Brexit resuenan en Westminster frases grandilocuentes. La primera ministra, Theresa May, habla de un "no retorno", "irreversible salida" y que "ahora tomaremos nuestras propias decisiones".

El discurso de la premier fue hasta cierto punto conciliador. Resultó ser uno de sus más proeuropeos. Un obvio ejercicio destinado a buscar equilibrios externos e internos si no fuera por las tristes implicaciones para todos los europeos y en especial los británicos. Por no hablar del limbo jurídico en el que deja a casi cinco millones de personas. A saber: los ciudadanos europeos que viven en Gran Bretaña y los británicos que residen en la Unión Europea. Fue a la vez una alocución cargada de palabras huecas y petulantes.

Estamos, por lo demás, ante una enorme pérdida de energía, tiempo y dinero. El único consuelo para Europa en este fracaso colectivo es que puede convertirlo en oportunidad abriendo una etapa de autocrítica.

La política británica con respecto a Europa se ha caracterizado por ser tortuosa, retorcida. Si algo ha abundado en ella han sido los "momentos históricos", el calificativo que May aplica a la situación actual. Desde el "no" de los años cincuenta a las súplicas de ingreso durante toda una década. Después vinieron 44 años de trato de favor: del "cheque" a numerosas cláusulas de exención.

May, quien nunca ha ganado unas elecciones, descubre de repente el valor de la "voluntad popular". No es solamente el peligro de ignorar a casi la mitad de la población y las diferentes nacionalidades en una decisión trascendental. Es que tampoco es un hecho único el referéndum al que se refiere. ¿Qué voluntad es la que prevalece? ¿Es más importante esta consulta que la de 1975 cuando dos de cada tres británicos dijeron sí a Europa? ¿Qué peso se le dará a la próxima que puede estar a la vuelta de la esquina cuando a un político ambicioso y oportunista a imagen y semejanza de un David Cameron en busca de votos se le ocurra volver a plantear la cuestión? Los jóvenes que no tenían edad para votar el año pasado, europeístas en su inmensa mayoría, sí participarán en un nuevo plebiscito.

Empieza ahora una negociación que será larga, compleja y tediosa. Francia, Alemania e Italia han señalado que antes de negociar los términos de la nueva relación, es imprescindible acordar la suma que el Reino Unido debe pagar a la UE como parte de sus compromisos pasados y futuros.

Así, pues, la factura del Brexit es el problema más inmediato. Y saldrá cara. La metodología para determinar la cifra varía. No hay cálculos exactos. El pago final según distintos escenarios oscilaría entre los 25.400 millones de euros hasta 65.100 millones, el 2,75 por cien del PIB británico.

La factura podría encarecerse aún más porque Londres es miembro del Banco Europeo de Inversiones, institución que ha ido expandiendo sus actividades al resto del mundo. Si alguno de sus acreedores no devolviera un préstamo, los países accionistas tendrían que hacer frente solidariamente a esa eventualidad. También el Reino Unido si se trata de un préstamo concedido mientras era miembro.

Aunque May insiste en una negociación "constructiva y respetuosa", no duda en empezar a utilizar la coacción. Advirtió que de no haber acuerdo económico, la cooperación en la lucha contra el crimen organizado y el terrorismo "quedarían debilitados". Su Gobierno parece estar dispuesto a convertir la seguridad de otros , y la propia, en moneda de cambio. Quedaría la opción de abandonar la Unión sin pagar nada, mas cualquier negociación se rompería y el Reino Unido prefiere no explorar esa opción. Con todo, a largo plazo será más significativo el acuerdo que pueda lograrse sobre comercio, mercados financieros (sector fundamental para la City) y libertad de circulación de trabajadores.

Cediendo constantemente a las demandas británicas, la UE ha vivido un sinfín de 'momentos históricos'. Lo que sí puede calificarse de histórico es un posible desmembramiento de la isla si bien la diplomacia de la UE es en principio contraria a los secesionismos.

No obstante, con la singularidad del Reino Unido es un riesgo muy real. El Brexit ha llevado a un resurgimiento del nacionalismo escocés, a la parálisis política en Irlanda del Norte y a la inquietud galesa. La misma Inglaterra está profundamente dividida.

Europa ha mostrado una paciencia infinita con las veleidades de Londres. Desde Bruselas no habrá ni "escarmiento al desertor", ni "castigo al disidente" por su decisión de activar la salida. Todos saldrán perdiendo y el objetivo solo puede ser limitar los daños en lo posible. Pragmatismo al tiempo que firmeza para velar por los intereses de sus ciudadanos caracterizará la actuación de la Unión.