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Europa gana el primer 'round' en Holanda


    Agustín Ulied

    Ha empezado el momento de la verdad y, en la primera disputa, los Países Bajos han frenado a la extrema derecha. El combate europeo a tres asaltos dio comienzo ayer y Europa se ha apuntado el primer round. Veremos si la victoria se consolida en los dos próximos combates que tendrán lugar en Francia y Alemania a lo largo de este año.

    Los resultados no son para bajar la guardia en la defensa de Europa y de la democracia. La principal incógnita consistía en ver si los holandeses seguían la corriente de moda actual y daban la mayoría a un partido, no solo ultranacionalista, sino también xenófobo, o lo marginaban y le señalaban el camino del abandono.

    El partido de Geert Wilders, xenófobo, populista y antieuropeo, ha conseguido 20 escaños (13% de los votos). Ha ganado cinco escaños respecto a las elecciones de 2012, demostrando que desde hace algunos años su discurso ha penetrado en la cultura política holandesa.

    Un rápido análisis de los resultados de las elecciones nos muestra la fragmentación de los mismos, cosa nada extraña en un país en el que desde hace un siglo se gobierna en coalición. Pero también nos señala un castigo a la coalición que gobernaba hasta ahora. La derecha liberal, dirigida por actual Primer ministro Mark Rutte, aunque ganadora absoluta, parece que perderá cuatro escaños en relación a las anteriores elecciones.

    Por otro lado, para su socio de coalición, la socialdemocracia (PvdA), los resultados son devastadores. El PvdA pasa de 38 a tan solo 9 escaños. Si para la derecha se trata de un pequeño aviso, la socialdemocracia holandesa recoge la respuesta que el electorado de izquierdas está dando en toda Europa a los acuerdos de los partidos socialistas con los liberales, que implican políticas económicas restrictivas. Deberían ir tomando nota los dirigentes socialistas.

    Es curioso lo que está sucediendo en las sociedades avanzadas del mundo. Me refiero, naturalmente, a los resultados de las elecciones en EEUU, a la salida del Reino Unido de la Unión Europea y a la instalación del populismo y de la xenofobia en un gran número de países europeos. Y ahora, como señalaba anteriormente, la pérdida de confianza a quien ha gobernado hasta ahora en las elecciones holandesas.

    El caso de Holanda es paradigmático. Una sociedad con un alto nivel de renta (40.900? euros por habitante), y un país que, a pesar de su pequeño tamaño (17 millones de habitantes), es la 18ª potencia económica del mundo. Holanda ocupa las primeras plazas en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) que elabora las Naciones Unidas para medir el progreso de un país e indica que los holandeses se encuentran entre los que mejor calidad de vida tienen. Holanda se encuentra asimismo entre los países con menos corrupción del mundo.

    Pero los cambios que comporta la sociedad multicultural en la que vivimos empujan a hacer que éstas se vuelvan más conservadoras y nacionalistas. El America First de Trump se traduce en los Países Bajos por el "voy a devolver Holanda a los holandeses" de Geert Wilders. Es difícil entender la reacción proteccionista de algunos ciudadanos holandeses teniendo en cuenta que su país posee una balanza comercial positiva de 61.000 millones, gracias en parte a su economía abierta al mundo y a su pertenencia en la UE.

    Y podemos encontrar más contradicciones, como que una buena parte de los ciudadanos sienta temor de la entrada de trabajadores inmigrantes cuando Holanda dispone de una tasa de desempleo del 5,3% y de unos salarios medios que hacen que ocupe el puesto 8º del ranking mundial. Y eso que la tasa de inmigrantes no llega al 12%, los cuales menos del 6% son musulmanes.

    Todos estos datos nos indican que, si bien la gente se siente satisfecha con su actual situación individual, no tienen la misma sensación cuando se les pregunta por el mundo. Hay miedo a la globalización y a la revolución tecnológica.

    Tanto las personas de edad como los jóvenes ven que su futuro es mucho más incierto. Existe una fuerte decepción porque los ciudadanos ven que la Europa de hoy es incapaz de responder a los grandes desafíos, como el cambio climático, el terrorismo o la inmigración. Es urgente que la Unión Europea dé respuestas a los grandes retos y ponga en marcha una Europa federal que tome decisiones de forma transparente, vote por mayoría y avance al ritmo y velocidad que decidan sus ciudadanos.