¿Cómo actuar ante lo inesperado? ¿qué son las Financial-Shocks?
Ana Fernández Sánchez de la Morena
En la vida existen episodios que podríamos llamar Life-Shock. Estos episodios representan en la mayoría de las ocasiones un punto de inflexión en nuestra existencia, lo que comúnmente llamamos "un antes y un después".
Pero un Life-Shock también tiene una perspectiva positiva, ya que por una situación no elegida, se abre ante nosotros una "obligada" oportunidad; y en cuanto a las inversiones se refiere, y en concreto al comportamiento de los inversores, también podemos hablar de este tipo de situaciones, dado que a nivel patrimonial, cuando se producen grandes ganancias o grandes pérdidas en el valor patrimonial del ahorro, se desencadenan emociones que podríamos llamar Financial-Shocks y que hacen que los inversores, por encima de la razón, tomen decisiones poco meditadas por encontrarse ante una situación en la que las emociones gobiernan gran parte de nuestros actos.
Pero, ¿cómo actúan los inversores ante situaciones de Financial-Shocks? En los últimos años, el mundo ha asistido a numerosos acontecimientos que han cambiado el rumbo del mercado financiero: en 2001 el ataque terrorista en EEUU que destruyó las torres gemelas de Nueva York; la crisis de las subprime de 2007; la quiebra de Lehman Brothers en 2008, que desencadenó la mayor crisis financiera de la historia desde el crack del 29; en 2011 el terremoto y tsunami de Japón que supuso el cierre de todas la centrales nucleares; en junio asistimos al Brexit, y en noviembre, hemos sido testigos del ejemplo más reciente con el resultado de las elecciones americanas.
Cuando todos los expertos y analistas esperaban que los mercados abrieran con fuertes caídas en el caso de que ganara Donald Trump, algo que iban confirmando los mercados asiáticos durante la noche de las elecciones, y a medida que se iba conociendo la ventaja del candidato republicano, las caídas fueron significativas, pero no tan fuertes como las que se podrían esperar.
Todos nuestros clientes eran conscientes de que este resultado sacudiría los mercados financieros, pero nadie estaba seguro de cómo ni de cuánto tiempo durarían estos efectos, por lo que la mejor de las opciones era tener las carteras bien cubiertas y no dejarnos llevar por ningún miedo, corazonadas, ni excesos de confianza.
El día después de las elecciones americanas, vimos cómo el miedo hacía que, efectivamente, los mercados abrieran con caídas debido a la incertidumbre o miedo de las políticas y medidas del futuro presidente. Pero según avanzaba la jornada, vimos cómo el capital se movía hacia los sectores y empresas que se esperaba que fueran beneficiadas por la ideología de Trump, y las caídas se iban recortando por un giro en su discurso, suavizándolo y haciéndolo menos populista, y que en segunda instancia fomentó un optimismo que se fue contagiando entre los inversores, y asistimos a un giro en las cotizaciones que llevaron a los mercados a un cierre en positivo.
Muy diferente fue la situación de la crisis de la deuda subprime que comenzó en 2007; entonces, sí hubo pánico ante la total "certidumbre" de que se iba a producir una quiebra en cadena de grandes compañías y países, tal y como sucedió entre los años 2007 y 2008. En aquellos momentos, por nuestra parte, recomendamos vender aquellos activos de renta variable, cuyas empresas estuvieran muy expuestas al mercado de deuda o muy ligadas al ciclo económico.
En definitiva, dependiendo de la gravedad del problema, será la forma y el tiempo de resolución, y hay que tratar de poner la mirada en el largo plazo para determinar dónde puede haber oportunidades de inversión, porque es cierto que en momentos puntuales de pánico, el mercado ofrece la oportunidad de hacer inversiones a precios significativamente inferiores, por estar cotizando arrastrados por el miedo y pánico generalizado.
En estas situaciones es muy importante tener al lado un buen asesor que pueda aconsejar desde un punto de vista objetivo, porque para la mayoría de los inversores, no es fácil medir los riesgos en estos casos.
Por nuestra parte, y siempre con la prudencia como sello de nuestras recomendaciones, analizamos la situación y las posibles consecuencias antes de tomar una decisión, y esto garantiza que el resultado siempre sea coherente con el riesgo que cada inversor tiene capacidad de asumir.
Ante una situación imprevista, nadie tiene diseñado un plan concreto de acción, por lo tanto, como dice Daniel Kahneman: "Hagas lo que hagas, actúa siempre con calma y corrección".