Firmas
Biomasa: ecológica, eficiente y económica
- La oposición a esta fuente de energía sólo se entiende en clave política
Javier Díaz González
Es raro el día en el que no nos levantamos con alguna "ocurrencia" de alguno de los múltiples grupos ecologistas o seudo-ecologistas hablando sobre los daños que causará la valorización energética de la biomasa en tal o cual lugar, ya sea una planta para generar energía eléctrica o una central de calefacción distribuida en una ciudad. Pero siempre con los mismos argumentos: que si es contaminante (incluso algunos dicen que se emiten gases cancerígenos en cantidades ingentes), que si el tráfico de camiones que se genera para el suministro es enorme, o que si hay ruido... En fin, un sinfín de alertas sin argumentar nada que esté técnicamente soportado, pero que crean en las poblaciones un gran desasosiego y preocupación.
No seré yo quien diga que hay que poner en marcha instalaciones de biomasa sin control alguno, pero es que las que se hacen o pretenden hacer, tienen que cumplir y cumplen con la legislación vigente, con la más estricta normativa medioambiental, administrativa e industrial. Por lo tanto, en un porcentaje muy alto de los casos, la oposición a estas instalaciones no tienen ningún fundamento sólido y solo se entiende en clave "política" o de otros intereses, en general, nada claros.
Si nos pusiéramos a medir las emisiones de la multitud de calderas de combustibles fósiles que están funcionando en nuestros pueblos y ciudades, nos quedaríamos perplejos del nivel de contaminantes que están emitiendo. En muchísimos casos, la antigüedad de las instalaciones y, también, un deficiente mantenimiento, las hacen, no solo ineficientes, sino muy contaminantes. Y sin control alguno.
Con esto no trato de crear una confrontación entre los combustibles fósiles y la biomasa. Lo que quiero decir es que hay que ser ecuánime. Por lo tanto, hay que medir a todos con la misma unidad de medida y no pedir a los que estamos llegando ahora, lo que nunca se pidió ni se pide a los que ya están; o lo que es lo mismo, que hay que exigir a todos garantías de sostenibilidad y de cuidado medioambiental, controlando las emisiones y todos los parámetros que puedan influir en el medio ambiente y, por supuesto, en la vida cotidiana de nuestros conciudadanos.
En el caso concreto de la calefacción de distrito con biomasa, las ventajas son tan apreciables que no entiendo que se estén lanzando infundios hacia las mismas que solo confunden a la población. El argumento de la contaminación es tan burdo, que se desmonta en un minuto. Con la puesta en marcha de una calefacción de distrito para un barrio o para un conjunto de bloques de viviendas, lo primero que consigue es hacer desaparecer del barrio cientos de chimeneas de las calderas que se utilizaban antes para calentar cada bloque o incluso cada vivienda, con la consiguiente disminución de la contaminación, pasando a tener un único punto de emisión, muchísimo mejor controlado, ya que además de ser neutro en emisiones de CO2, por el tamaño de la instalación está sujeto a controles que en instalaciones de menor tamaño no existen.
Sobre el argumento de la falta de biomasa o los problemas de suministro a estas instalaciones, solo decir que España es uno de los países que más biomasa produce de Europa; y que nuestros bosques crecen a razón de más de 50 millones de toneladas anuales, mientras que solo se corta una media de 16 millones. Por lo tanto, solo se está utilizando el 32% del crecimiento de nuestras masas forestales, cuando la media de aprovechamiento en Europa supera el 61, lo que desmonta claramente ese argumento de la falta de biomasa que se utiliza sin ningún soporte técnico.
Si a esto le unimos el ahorro para los vecinos y la eliminación del almacenamiento de combustibles en cada bloque o vivienda, resulta que la solución de la calefacción de distrito con biomasa es muy interesante para los vecinos y mucho más ecológica y sostenible para la ciudad en general. Algo que se corrobora claramente en el desarrollo de este sistema en países como Dinamarca, Suecia, Austria, entre otros, que son precisamente los que más están luchando contra el cambio climático y por un medio ambiente más saludable para sus habitantes.
Por lo tanto, yo aconsejaría a los promotores de este tipo de instalaciones, así como a los ayuntamientos donde se pretendan instalar, que informen a los vecinos del tipo de instalación que se pretende, así como las ventajas e inconvenientes de las mismas. Y, sobre todo, que delegaciones de estos vecinos visiten instalaciones similares en otros lugares y tengan la oportunidad de hablar con usuarios de la calefacción de distrito para que conozcan su experiencia. Y que no se dejen llevar por informaciones sin contrastar que, como ya mencioné anteriormente, son fruto en muchos casos de intereses poco o nada claros.