Las empresas deben reorientar la estrategia en sus procesos de selección
Lucio A. Muñoz
Uno de los objetivos estratégicos de cualquier empresa competitiva, en lo referente a la gestión sostenible de personas, consiste en atraer a los candidatos óptimos para cubrir cada una de las posiciones laborales clave de su esquema organizacional.
Sin embargo, este proceso de búsqueda constante del talento no se traduce necesariamente en un incremento de productividad y de competitividad. Puesto que en multitud de ocasiones las inversiones realizadas por las empresas y destinadas a la captación, selección, desarrollo y retención de los "supuestamente" mejores profesionales del mercado no consiguen mejorar los resultados de negocio.
Una de las razones para lograrlo radica en la dificultad de ajustar la cualificación, las capacidades y las competencias de los nuevos empleados a los perfiles previamente definidos por la empresa.
Combinar habilidades
Tanto que es complicado seleccionar profesionales capaces de combinar adecuadamente las "habilidades duras" o cognitivas, es decir, aquellas que se derivan de las capacidades formativas específicas, con las "habilidades blandas", tales como, la capacidad organizativa, trabajo en equipo, interacción social, inteligencia emocional, creatividad, trabajo en equipo, comunicación, atención al cliente, liderazgo, resolución de conflictos, etc.
En este sentido, y dando por descontado que los candidatos seleccionados dominan las habilidades duras, las empresas suelen invertir en desarrollar las habilidades blandas de los mismos. Y, de igual modo, las "habilidades técnicas", que son las propias de cada especialidad profesional.
No obstante, las empresas se encuentran con el hándicap relativo a la escasa rentabilidad que conlleva invertir en el desarrollo de las habilidades blandas, debido a que muchas de ellas no se aprenden con facilidad. Más bien sucede al contrario, porque la mayoría de los profesionales que no dominan de forma innata este tipo de competencias, suelen aprenderlas deficientemente.
Revalorizar las habilidades blandas
Tanto en cuanto, las habilidades blandas están adquiriendo de forma progresiva una relevancia capital. Incluso, están siendo consideradas por muchas empresas igual de determinantes que las habilidades duras. En función de lo cuál, es vital para las empresas proyectar planes de formación dirigidos a potenciar este tipo de competencias.
Sobre todo, considerando los permanentes cambios que se producen en el entorno económico y empresarial. No olvidemos que los fenómenos relacionados con la digitalización, la evolución tecnológica, la robotización, etc., incrementan la productividad de las empresas pero no pueden sustituir a las habilidades blandas de las personas que trabajan en ellas.
Incrementar la competitividad
Además, una empresa cuyos empleados dominen las habilidades blandas importantes adquiere de manera automática una diferenciación y una ventaja competitiva. Porque, de este modo, puede interactuar inteligentemente con todos sus grupos de interés.
Aunque para ello tenga que modificar su escala salarial al alza. Teniendo en cuenta que los profesionales que son capaces de combinar las habilidades duras, las blandas y las técnicas pueden exigir un salario más elevado.
De todas formas, los costosos procesos de selección actuales son incapaces de filtrar fiablemente los candidatos que dominan las habilidades blandas requeridas por las empresas.
En consecuencia, las empresas deberían diseñar disruptivos programas para determinar, mediante la puesta en práctica de innovadoras pruebas de selección, si los candidatos están capacitados para desarrollar aquellas habilidades blandas que necesitan.