La moda de los 'bonos verdes'
- Estos instrumentos tendrán gran relevancia por versatilidad y transparencia
Manuel Gómez Gutiérrez-Torrenova
El mercado de green bonds ha experimentado un crecimiento espectacular desde 2010. Los últimos datos fiables sobre un ejercicio completo son los de 2014, con un volumen de emisión superior a 37.000 millones de dólares según datos del Banco Mundial.
Un crecimiento cuasi exponencial si se tiene en consideración que el volumen emitido en 2010 fue apenas 4.000 millones de dólares. Es más, las previsiones al cierre de 2015 son superiores a los 65.000 millones de dólares. Por lo tanto, se podría concluir sin duda que asistimos a un boom en el mercado de emisión de bonos verdes que, sin embargo, presenta un importante recorrido al alza dado que aún representan un porcentaje muy reducido en los mercados de capital en términos relativos.
¿Qué emisiones cumplen actualmente con los requisitos de green bonds en nuestro país? Los green bonds no han tenido de momento un gran predicamento en España. Las emisiones más notorias en el mercado en 2015 fueron realizadas por Iberdrola por valor de 750 millones de euros y Abengoa, que le siguió con dos operaciones por un total de 996 millones de euros.
Iberdrola cerrará otra operación importante por valor de 1.000 millones de euros este año. No obstante, en un futuro próximo, las emisiones de bonos verdes por las empresas serán más habituales como instrumento alternativo de financiación destinado a proyectos de índole sostenible. El gran salto podría producirse si el sector público se sumara a estas emisiones como ya sucede en otros países.
Este tipo de bonos son todavía un vehículo incipiente en el mercado español, pero con un gran potencial. No existe todavía un gran conocimiento por parte de los inversores ni por parte de los potenciales emisores tanto privados como públicos.
Sin embargo, se convertirán sin duda en instrumentos de financiación e inversión de relevancia principalmente por tres razones: su versatilidad (amplio rango de posibles emisores), su transparencia (el objetivo de inversión es conocido) y su impulso en un contexto internacional favorable especialmente tras los acuerdos de la COP21 en París.
Curiosamente, la mayoría de los green bonds han sido emitidos por entidades de ámbito supranacional, con especial protagonismo de la banca institucional y los bancos de desarrollo regionales. Del resto de emisiones, EE.UU y la Unión Europea aglutinan el 75% de las mismas. En la UE, Francia, Alemania y Holanda son por este orden los países más representativos.
Otra característica llamativa de los green bonds es su gran espectro en cuanto a potenciales emisores. Han emitido este tipo de bonos emisores tan variopintos como pequeñas ciudades como Orebro en Suecia, grandes ciudades como Johannesburgo, el MIT de Boston, instituciones financieras como el Banco Mundial y, por supuesto, empresas. Por la propia naturaleza de los green bonds, las empresas más interesadas en estas emisiones son aquellas que desarrollan o ejecutan proyectos de un marcado carácter sostenible.
Los bonos verdes formarán parte importante en el desarrollo de empresas de ingeniería, infraestructuras, energía y tratamiento de aguas. Como ejemplo, la mayor emisión registrada hasta el momento por una empresa ha sido la efectuada por Suez por valor de 2.500 millones de dólares.
La tendencia en los últimos años nos indica una transición clara desde el sector público o institucional hacia las empresas. Esta transición implica dos aspectos fundamentales. El primero es que los inversores no institucionales comienzan a interesarse por los bonos verdes, creciendo con fuerza el volumen de inversores potenciales.
Como consecuencia, las empresas comienzan también a descubrir el potencial de los bonos como fuente de financiación alternativa y destinada a proyectos específicos. Es en este aspecto donde los green bonds pueden jugar un gran papel como fuente de financiación alternativa a los recursos de equity y deuda tradicionales.
Recientemente, fui invitado a participar a la presentación del Anuario de renta fija de IEB y Axesor 2016; ello me llevó a querer escribir sobre por qué está de moda hablar de los bonos verdes y sobretodo de las particulares condiciones del mercado español, que hacen prever que sí. En España existen grandes empresas con importantes proyectos de marcado carácter sostenible, que son susceptibles de financiación vía bonos verdes.
Buena parte de esos proyectos se desarrollan en países donde los bonos verdes se están consolidando rápidamente. Por otro lado, la necesidad de conseguir alternativas a la financiación bancaria en este tipo de proyectos es en sí mismo otro factor dinamizador para los green bonds. Tomando en consideración estos dos factores, es difícilmente explicable la brecha existente entre España y países de nuestro entorno como Francia o Alemania. Todo apunta a un importante crecimiento de los bonos verdes en el mercado español en los próximos años.