La contabilidad creativa que España 'vende' a Bruselas
Ana Samboal
¿Qué cara se nos quedaría si fuéramos a pedir un merecido aumento de sueldo y, en su lugar, nuestro jefe, propinándonos una suave palmadita en el hombro, con una sonrisa de oreja a oreja, nos ofreciera un adelanto? Debe ser la cara que se les ha quedado a los comisarios europeos después de leer las alegaciones de España para evitar la multa por déficit excesivo.
Nos exigen reformas estructurales, liberalización de mercados y recortes del gasto público. Les damos una modificación en el Impuesto de Sociedades para que las empresas paguen por adelantado.
Obviamente, como por arte de magia, en cuanto los ingresos de Hacienda suban, las cuentas cuadrarán. Cumpliremos este año, pero el que viene estaremos igual o incluso peor si la declaración les sale "a devolver". Pura contabilidad creativa, pan para hoy y hambre para mañana, eso es lo que hemos vendido. Por eso no nos compran la mercancía.
Cerrar en junio el presupuesto, cumplir al milímetro a partir de ahora la ley más incumplida legislatura tras legislatura, es un paso en la dirección adecuada, pero insuficiente. Por eso nos piden más. Si algo ha molestado del Gobierno de España -más del Ejecutivo de Zapatero que del de Rajoy- es la "pereza" a la hora de introducir cambios estructurales, de hondo calado económico, pero de alto coste político.
Pero lo que ha levantado ampollas ha sido la falta de palabra de nuestros representantes. Así que da la impresión de que esta vez de poco van a servir las declaraciones de autoconfianza de Luis de Guindos, porque esta vez las autoridades comunitarias han puesto pie en pared. Porque mal está que tu jefe te ofrezca un adelanto a cambio de la subida de sueldo, pero más grave es que lo haga incumpliendo una promesa y que, para colmo, te lo explique como si estuviera haciéndote un favor.
Eso es tomarte por tonto. Y tarde o temprano eso se paga. Es lo que han hecho nuestros representantes en Bruselas y parece que nos ha llegado ya la hora de pasar por caja.