Firmas

Italia y Portugal: grave encrucijada bancaria


    Miguel Ángel Bernal Alonso

    Nuevamente surge la preocupación por los problemas bancarios en Europa. En esta ocasión renacen los miedos sobre la solvencia del sistema crediticio de dos naciones: Italia y Portugal.

    La situación de los bancos en ambos países lleva tiempo siendo preocupante, y ahora con el Brexit de telón de fondo la situación es aún más acuciante. El resultado del referéndum británico ha disparado la incertidumbre, la peor variable económica que puede haber. Además, la salida de Reino Unido previsiblemente restará crecimiento a la Unión Europea, tal y como reconoce el propio Banco Central Europeo. Por tanto, si la situación era ya compleja, el Brexit acentúa más el entorno negativo para ambos sistemas crediticios, cuestionando todavía más la reestructuración y recapitalización de las entidades.

    Si miramos a Italia no podemos decir que la situación sea novedosa y no debería coger a nadie por sorpresa. Italia, como saben, ha tenido que acometer recientemente varias medidas para reestructurar su sector bancario. En abril de este año se anunció la confección de un banco malo, por un importe de 5.000 a 6.000 millones, donde "aparcar" algunos de los crédito fallidos de sus bancos. La semana pasada la Comisión Europea aprobaba la concesión de garantías públicas por parte del Gobierno italiano a sus bancos por un importe de 150.000 millones, garantía destinada a servir de liquidez por si se producía una estampida de los depositantes presa de miedos. Sin embargo, permítanme que les diga que todas estas medidas son cortafuegos para que la situación no degenere aún más, en ningún caso soluciona el problema que no es otro que el saneamiento y recapitalización de la banca italiana. Italia tiene un monto de 360.000 millones de euros, el 22 por ciento del PIB italiano, en prestamos de dudoso cobro. Pero la situación se agrava aún más si tenemos presente que el 60 por ciento de esos préstamos -210.000 millones que representa el 14 por ciento del PIB- son prácticamente incobrables o las estimaciones de recuperación son muy bajas. Las valoraciones para la recapitalización bancaria transalpina se estima en unos 40.000 millones que el primer ministro italiano, Matteo Renzi, quiere inyectar, pero que Bruselas, Frankfurt y Berlín se oponen radicalmente. Muchos nos preguntamos de dónde van a salir los 40.000 millones para la recapitalización, en un contexto de máxima incertidumbre, con las primas de riesgo subiendo. A la vista de estas cifras de morosidad transalpina, estarán de acuerdo que las mismas son bastante abultadas como para despreocuparnos de la tercera economía del área euro y ver tan solo un problema doméstico. Pero es que además Italia presenta dos problemas que conviene tenerlos presente, uno es su banco sistémico Unicredit y el otro la distribución patrimonial de las familias italiana.

    Veamos primero el riesgo sistémico. De todos los bancos italianos, Unicredit es el único banco sistémico del país. Recordemos que por banco sistémico se denomina a las entidades que en caso de quiebra acarrearían graves consecuencias económicas para el mundo. Este banco tiene casi 47.000 millones de créditos fallidos; esta cifra ha llevado al BCE a exigirle que antes de 2018 la tiene que rebajar en casi 14.000 millones para situarlos en 32.600 millones de euros. Atención a este banco, Unicredit, que por su tamaño e importancia es el que más preocupa a Italia, a Europa y al mundo; no tanto otros como el Monte dei Paschi, mucho más pequeño pero que aparece más en la prensa. Insisito en el grave problema, el foco de atención como entidad es Unicredit.

    Vamos con la segunda preocupación y que no es otra que las posibles pérdidas financieras para buena parte de ciudadanos italianos. En Italia, a diferencia de España, existe un amplio número de ciudadanos que optan por meter sus ahorros no en depósitos bancarios, sino en bonos y obligaciones bancarias, es decir activos de renta fija, emitidos por los bancos. Los activos financieros bancarios, como bien saben, no están protegidos por el FGD como los depósitos, por tanto en caso de que una entidad caiga o se vea abocada a una reestructuración de capital y acreedores, los titulares de los bonos u obligaciones bancarias podrían tener pérdidas, las cuales podrían ser cuantiosas y se materializarían en quitas importantes sobre el nominal de los títulos e incluso intereses que pagar. Por tanto, y como decía, la reestructuración puede llevar a pérdidas a los ahorradores italianos, con el efecto que esto tendría en el devenir económico del país y la situación de inestabilidad política crónica de Italia; así como su influencia en la economía europea y mundial.

    La situación en Portugal no es menos preocupante, sin embargo el tamaño de Portugal así como el de sus bancos es menos traumático que el de Italia. El tema de Portugal además se complica, puesto que no es descartable que el propio país tenga que hacer uso otra vez de un nuevo rescate, dado los problemas de reducción de déficit que tienen.

    Por cierto, y para terminar, estos son ahora los dos países señalados, sin embargo no olviden y tengan presentes a los bancos y cajas de ahorro pequeñas alemanas. Antes o después tendremos noticias, y serán malas, de estas entidades, aún cuando el Gobierno alemán intente silenciar el asunto.