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Cómo ahorrar a largo plazo
A menudo se habla de los defectos del sistema de pensiones en España y también sobre la necesidad de plantear reformas estructurales de calado en el mismo. La progresiva reducción durante los últimos tres años del Fondo de Reserva de la Seguridad Social, popularmente conocida como la hucha de las pensiones, abre la posibilidad de tener que reaccionar con medidas de emergencia.
En realidad, el sistema de pensiones español es un sistema de reparto que se adaptaba bien a los parámetros propios de hace 30 años, cuando había casi tres cotizantes por jubilado y una esperanza de vida de quince años en el momento de la jubilación. En la actualidad, las circunstancias han cambiado de forma que ahora poco más de dos cotizantes (2,29) sustentan la pensión de cada jubilado. De esta forma, los cotizantes deberían aportar durante cuarenta años para sostener una pensión que represente el doble de la cotización durante la esperanza de vida del jubilado, que ahora ya es superior a los veinte años. Sin embargo, los años de cotización han disminuido, en buena medida por las jubilaciones anticipadas, al mismo tiempo que los años de percepción han aumentado por la mayor esperanza de vida. Además, el número de cotizantes por pensionista disminuye año tras año, no sólo por la crisis, sino también por el envejecimiento de la población.
Recientemente recogía desde el Observatorio del Ahorro IEB, en el informe Nueva hoja de ruta para el Ahorro: Retos y Propuestas - elaborado con el apoyo y visión de gestoras como BBVA Asset Management, JP Morgan Asset Management, M&G Investment, Mirabaud y Schroders-, que la reforma estructural del sistema a emprender debería empezar por informar claramente a los ciudadanos sobre el importe completo de sus cotizaciones sociales. Informar sin ambages sobre la realidad del problema tendría todo el sentido para concienciar debidamente a la población. En algunos países de nuestro entorno, como sería el caso de Italia, el importe de la pensión depende directamente de unos coeficientes de transformación que se calculan en función de la esperanza de vida. En concreto, el sistema de pensiones italiano descansa en tres pilares: un sistema público de reparto basado en el principio de cuentas nocionales; un sistema de capitalización complementario articulado a través de las empresas y un sistema privado de carácter voluntario.
En el sistema público de pensiones italiano, cada individuo acumula sus cotizaciones en una cuenta virtual, cuyo rendimiento dependerá del crecimiento medio del PIB de la economía durante los últimos cinco años. Cuando el individuo se jubila, la prestación se traduce en una renta vitalicia anual, basada en el saldo acumulado en sus cuentas individuales, y en un factor de conversión que depende negativamente de la esperanza de vida específica de la cohorte que se jubila ese año y positivamente de la edad de jubilación. Las pensiones se revalorizan exclusivamente según la evolución de los precios. Al mismo tiempo que se introdujo este sistema de cuentas nocionales, también se buscó fomentar la contribución a fondos de pensiones privados, mediante la introducción de incentivos fiscales, que se ampliaron en 2004 y en 2007. El ahorro de las familias españolas respecto a la media europea muestra una inversión muy inferior en Planes de Pensiones y Seguros (16,5 por ciento frente al 38 por ciento en Europa); muy superior en depósitos (46,8 por ciento frente al 33,2 por ciento europeo) y un menor peso en Fondos de Inversión y acciones cotizadas (16,4 por ciento frente al 19,4 por ciento europeo).
El problema del ahorro para la jubilación es un asunto de índole global. El coste de vivir más años coincide con un período de rentabilidades reducidas y de crecimientos modestos. A este problema se suma que los ciudadanos globalmente presentan un nivel insuficiente de inversión para hacer frente a estos retos.