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Facebook, Amazon, Netflix y Google: cuidado con las acciones 'FANG'

  • Es probable que alguno de los gigantes tecnológicos acabe tropezando

Matthew Lynn

Son las potencias emergentes del mundo, llamadas a dictar los términos del comercio en lo que queda de siglo. Pueden crecer a ritmos increíbles y amasar fortunas por el camino. Tienen un impulso imparable y cualquier inversor lo bastante listo como para respaldarlas se asegura hacer fortuna.

No deben faltar en ninguna cartera? Son las acciones FANG, el atractivo acrónimo de Facebook, Amazon, Netflix y Google, un cuarteto de negocios tecnológicos turboalimentados que está impulsando el mercado bursátil actual. El problema es que la defensa alcista de los FANG suena más que similar a la reinante a principios de la década sobre los BRIC. Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica también dominaron el mundo de la inversión durante varios años y generaron el mismo frenesí especulativo y los mismos pronósticos febriles de rendimientos asombrosos. Y mírelos ahora. Los BRIC han decepcionado deplorablemente en los dos últimos años y muestran pocos signos de recuperarse pronto.

Sector inestable

¿Podría ocurrir lo mismo con los FANG? Hay dos razones para pensar que sí. Una es que, por norma, los objetos de inversión basados en acrónimos no funcionan muy bien. La segunda es que los datos muestran que, aunque al sector tecnológico se le da de miedo crear casi monopolios enormemente rentables, también son muy inestables. Unos cuantos podrían parecer dominantes en el mundo en estos momentos pero es probable que se hundan y se quemen sumamente deprisa.

Si ha entrado en el cuarteto FANG lo bastante pronto no cabe duda de que estará muy satisfecho con su decisión. Su rendimiento ha sido espectacular. Las acciones de Amazon se han duplicado con creces en los doce últimos meses, superando los 628 dólares. Si alguna empresa va a retar a Apple como la mayor compañía del mundo, podría ser el minorista de Seattle. Del mismo modo, Netflix ha duplicado con creces el año pasado. Google (o Alphabet, como se la conoce ahora) ha subido de 550 dólares hace un año a 721 dólares ahora y Facebook de 73 a 103 dólares. Además, el valor de mercado de estas empresas es tan amplio (Google está valorado en casi 500.000 millones de dólares y Facebook en casi 300.000 millones) que dominan carteras e índices.

Es verdad que hay empresas más pequeñas a las que les ha ido mejor pero sin el rendimiento estelar de estos cuatro gigantes, los índices estarían en mucho peor estado en lo que va de año. Dado que los grandes índices estadounidenses afectan al sentimiento universal, lo mismo se puede decir con los títulos en todas partes. Están haciendo el trabajo pesado de los mercados bursátiles de todo el mundo.

Crecimiento asombroso

No cuesta entender por qué los inversores están respaldando a los FANG. El crecimiento de las cuatro empresas ha sido asombroso y no hay motivos para pensar que haya tocado techo. Amazon se ha convertido de minorista online a proveedor de servicios en la nube y gigante online del ocio que ofrece películas y libros en un paquete potente. Facebook se ha vuelto indispensable en las vidas de muchas personas y empieza a dominar la industria mediática. Google gira en tantas direcciones que es difícil seguirlas todas, mientras que Netflix parece haber reinventado uno de los sectores más grandes del mundo (el cine y la televisión).

Podrían perfectamente acabar siendo lo que General Electric o General Motors fueron en las primeras épocas de la transformación tecnológica: inmensos conglomerados capaces de dominar los sectores de su elección durante dos o tres generaciones y amasar fortunas para sus inversores por el camino.

Posibles problemas

Pero hay dos problemas y los dos deberían dar a quien quiera subirse corriendo al vagón un motivo para reflexionar. Uno es que las ideas de inversión con acrónimos no tienen un historial muy brillante. Les sobra ingenio y facilidad. Fijémonos en algunas del pasado reciente. No hace mucho, todo inversor quería comprar BRIC, las cinco economías emergentes que se vendían como dispuestas a dominar el siglo XXI. Ahora China da tumbos, Rusia se hunde en una recesión, como Brasil, India avanza lentamente y cuesta recordar qué pintaba Sudáfrica en la lista, aparte de un útil plural. Después llegaron los MINT (México, Indonesia, Nigeria y Turquía, por si se lo pregunta) y tampoco les fue mucho mejor. Lo mismo les ocurrió a los TMT (telecoms, medios y tecnología) allá por el auge de la burbuja punto com, yendo aun más atrás, los Nifty Fifty de los años setenta, con empresas como Kodak. En realidad, la inversión es un proceso demasiado complejo como para reducirlo en una frase concisa y sencilla, y si lo intenta acabará equivocándose.

El segundo es que a la tecnología se le da bien crear casi monopolios pero también la competencia que al final se los lleva por delante. Antes nos preocupábamos por el dominio de IBM en el sector informático y después por Microsoft pero ninguna de esas empresas da mucho miedo ya. Facebook o Amazon parecerán poderosas en estos momentos pero en la web una idea brillante puede cobrar impulso muy rápido y las empresas gigantes raras veces tienen un monopolio de ideas brillantes. La mayoría están a una aplicación del fracaso.

Lo cierto es que las cuatro empresas seguramente alcancen un hito de máximo éxito y después les pegue el viento de cara. Tal vez se vuelvan demasiado grandes como para gestionarlas o entren en sectores donde sea imposible ganar dinero (el automovilístico parece abarrotado, por ejemplo) o simplemente pierdan el norte. Sea lo que sea, es posible que una o más tropiecen. Y este acrónimo no será más útil que los demás. La fiebre inversora no tiene más visos de convertirse en una fórmula ganadora que las anteriores o, por decirlo más sucintamente, gracias por el consejo pero nos vamos a guardar el dinero.

Matthew Lynn, director ejecutivo de Strategy Economics