Firmas
¿España como eslogan electoral?
J. R. Pin Arboledas
Una de las consecuencias del desafío del independentismo catalán va a ser acabar con un complejo que arrastramos desde la caída del franquismo. Desde entonces los símbolos nacionales tenían en muchos casos una utilización vergonzante, salvo en algunos espectáculos deportivos.
Ya hubo una señal en una de las últimas apariciones de Pedro Sánchez en televisión. Detrás de él figuraba una enseña constitucional como frontispicio. También en las elecciones catalanas últimas, en la sede de Ciudadanos se cantó el 'Soy español' para festejar su éxito.
Ahora la campaña electoral se va a teñir de rojo y gualda. La bandera se va a constituir en muestra de patriotismo. El patriotismo de la igualdad de todos los españoles ante la ley y respeto a la identidad de cada uno. Un patriotismo que merced al pacto constitucional de la Transición ha dotado al país de la mejor época en los últimos siglos. Un patriotismo que representa la modernidad y el progreso, frente al retorno a la Edad Media que pretenden los soberanistas.
La CUP y Junts pel Si han ofrecido en bandeja un eslogan electoral a los grandes partidos: ¡España! Un gran mensaje siempre que detrás de esa palabra se sepa sintetizar tres palabras: igualdad, libertad y solidaridad. Con casi dos siglos de retraso podemos descubrir que la Constitución de 1978 significa lo mismo que supuso la Revolución Francesa, el final de los privilegios de algunos, en este caso de una casta política: la nacionalista.
Los últimos acontecimientos judiciales en Cataluña son sólo la punta del iceberg del caciquismo egoísta y localista que propicia la concentración del poder en unos pocos que lo manejan a su antojo, sin el control de un supervisor independiente. Por eso resulta absurda la existencia del independentismo de izquierdas. Un movimiento que debería ser internacionalista se junta con lo más reaccionario del espectro político, una alianza contra natura.