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Los valores asiáticos en el mundo globalizado

  • Adaptarse a valores y culturas es crucial para estar en el lado ganador

Hee-kwon Park

En su obra maestra en tres volúmenes El drama asiático de 1968, el Premio Nobel sueco de Economía, Gunnar Myrdal, describía a Asia como una región sin esperanza, sumida en la pobreza y las guerras. Esta percepción tan negativa, sin embargo, comenzó a cambiar a partir de la década de los 70 y 80: encabezados por los tigres del este asiático (Corea del Sur, Taiwan, Singapur y Hong Kong), cientos de millones de asiáticos lograron salir de la escasez, dejando atrás la idea tradicional que vinculaba a Asia con la pobreza. Las reformas económicas llevadas a cabo por China en 1978 marcaron el inicio de uno de los milagros económicos más impactantes de la última parte del siglo XX, sacando a más de 100 millones de personas de la pobreza extrema.

En un impresionante giro al análisis realizado por Myrdal, hoy en día se ha pasado a percibir al siglo XXI como El Siglo Asiático. ¿Cuáles han sido los factores clave del espectacular crecimiento económico de Asia? Una explicación plausible es que el crecimiento de Asia de nuestro tiempo está muy relacionado con los valores asiáticos o confucianos. Algunos analistas sostienen que la adopción de valores asiáticos comunes como la constancia, la estabilidad social, la piedad filial, el respeto a la autoridad, etc., han estado en la base de las grandes historias de éxito económico, social y cultural de Asia en los últimos decenios.

Sin embargo, la evaluación de estos valores asiáticos no siempre ha sido positiva. Cuando surgió la crisis económica de Asia de 1997-1998, algunos expertos mantuvieron que las normas culturales imperantes en Asia habían jugado un papel importante en el desarrollo de la crisis. Señalaron entonces que estos valores habían fomentado una cultura del favoritismo, manifestada a través de redes clientelares, nepotismo, amiguismo, corrupción y connivencia entre empresarios y políticos.

Los valores asiáticos

Los sistemas de valores consisten en un conjunto creencias o ideales compartidos por todos los miembros de una sociedad sobre aquello que es bueno y deseable y aquello que no lo es. Diferentes culturas poseen diferentes sistemas de valores y, al igual que el resto, los valores asiáticos tienen aspectos positivos y negativos. Pero, ¿qué implicaciones tienen los valores asiáticos en el mundo globalizado y multicultural de hoy?

Decir que Asia es confuciana sería simplificar demasiado. Sin embargo, creo que una cosa es cierta: con sus fortalezas y debilidades, los valores confucianos han contribuido enormemente al reciente desarrollo económico y social de gran número de países asiáticos. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que el grado en que estos valores han jugado un papel positivo en cada país ha dependido en gran medida de su nivel de desarrollo político y económico.

El debate sobre si son preferibles los valores asiáticos o los valores occidentales es tan inútil como vacío. Vivimos en una era global en la que la comunicación y la fusión entre las diferentes culturas están ocurriendo a escala global y en tiempo real. En estos tiempos de fusión de valores, los valores asiáticos y occidentales influyen e interactúan entre sí. De la misma forma que crece el intercambio internacional de bienes, servicios, ayuda, tecnología y turismo, un mercado global cada vez más integrado es un elemento característico de este siglo XXI. Las inexorables fuerzas de la globalización han hecho que el debate entre valores asiáticos y valores occidentales se haya vuelto virtualmente irrelevante.

De hecho, es posible afirmar que ha sido precisamente esa mezcla de valores la que ha hecho posible el milagro asiático. En el caso de Corea, una rigurosa ética empresarial, un fuerte énfasis en la educación y un gran espíritu colectivo, conjuntamente con la introducción desde occidente de mecanismos de mercado, moderna tecnología y técnicas de gestión, sentaron las bases para el crecimiento económico y la democratización política experimentados en los años 70 y 80. Entenderse mutuamente y ser capaces de adaptarse a valores y culturas diversas puede ser crucial para situarse del lado ganador en un mundo globalizado.

Hace alrededor de un siglo, el laureado Premio Nobel de Literatura Rudyard Kipling escribió un poema titulado La balada del Este y del Oeste. El poema comenzaba: "Oh, Este es Este, y Oeste es Oeste, y nunca los dos se reunirán". En mi opinión, Kipling sugería cuán profundas y amplias eran las diferencias entre las culturas y valores de Oriente y Occidente. Si hoy estuviese vivo, quizá se vería obligado a cambiar su poema de la siguiente manera: "Este es Este, Oeste es Oeste, y nunca los dos se separarán".