Alexis Tsipras, ¿caballo de Troya?
- BCE, FMI y Eurogrupo no deben ceder a la liante política griega
J. R. Pin Arboledas
De las leyendas griegas la más conocida es la troyana. En ella Ulises engaña a los troyanos después de la muerte del héroe Aquiles dejándoles un Caballo de Madera en las puertas de la cuidad, en cuyo interior se ocultaban tropas de élite helenas. Cuando los troyanos introducen el artefacto dentro de sus murallas, por la noche, Ulises y sus soldados abren las puertas de la cuidadela y los griegos de Agamenón la arrasan pillando a sus habitantes desprevenidos.
Las negociaciones de Tsipras parecen haber llegado a buen término. La última oferta de Grecia a los miembros de la troika dicen que es un buen punto de partida para que Grecia siga en el euro, reciba liquidez del BCE y se renegocie su deuda.
La oferta se basa en el aumento del IVA y la reducción de los gastos en pensiones; son sus puntos principales. En principio parece aceptable para los acreedores institucionales. La duda es si esta oferta es una estratagema equina similar a la de la leyenda, un engaño que oculta a Varoufakis y un ejército de neokeynesianos, dispuestos a dinamitar las políticas ortodoxas que, hasta la fecha, ha exigido el Eurogrupo, el BCE y el FMI a los países que han recibido ayudas financieras en la crisis económica iniciada en 2008.
Vigilar su cumplimiento
El acuerdo no basta, hay que vigilar su cumplimiento. Para que el acuerdo sea válido exige que sea cumplido en todos sus términos. No vale que dentro de unos meses el Gobierno griego se desvíe de sus líneas después de haber recibido las ayudas financieras que le permitan cumplir sus compromisos de pago inminente. Y ahí es donde está la gran duda. ¿Será el Gobierno de Syriza un serio ejecutor de los compromisos que adquiera?
Hasta ahora en la tradición de la Grecia moderna no ha sido así. Hay que recordar que la entrada de Grecia en el euro se hizo falsificando las estadísticas. La ejecutoria fiscal de este país es discutible cuando sus pensionistas tienen ingresos públicos superiores a los de otros países europeos y su déficit se puede disparar por falta de ingresos tributarios.
Por tanto más aún que un acuerdo, que parece que los mercados bursátiles ya están celebrando con alzas generalizadas, lo importante es el mecanismo que asegure que se van a cumplir las condiciones del mismo.
Los griegos anatemizan a los "hombres de negro de la troika" como si del Minotauro se tratase. Aquella bestia de cuerpo de hombre y cabeza de toro que Teseo, el príncipe ateniense, mató en el laberinto cretense. No querían que pisasen su territorio porque parecía que reducía su soberanía. Ahora deberán dejarles fiscalizar las cuentas, las decisiones fiscales de ingresos y gastos, la marcha de la economía y las estadísticas. Si empiezan a poner trabas es que el Caballo de Tsipras oculta algo. Así que el BCE, el Eurogrupo y el FMI deben estar vigilantes y no dejarse liar en el zoco oriental que es la política griega.
No sólo se trata de economía, la geopolítica también cuenta.
Salvar a Grecia
Una última consideración. La UE está dispuesta a salvar a Grecia por razones que van más allá de la economía. Para cualquier imperio histórico abandonar un territorio siempre ha sido un drama psicológico. La salida de Grecia del Euro (el Grexit) sería como una retirada de un territorio estratégico. Ni a la UE ni a EE.UU., les conviene en su geopolíotica. Más ahora que Rusia empieza a querer recuperar influencia territorial. Eso lo sabe el Gobierno griego y esta semana visitó a Putin en Moscú como señal de aviso. Las bazas que se están jugando no son sólo económicas, son también políticas.
De momento, los griegos han pagado con recesión la dilación negociadora.
Por todo ello, todos apuestan por el acuerdo a corto plazo. Esperemos que sea razonable y que los sistemas de control hagan que se cumpla. De momento con las dilaciones en la negociación la economía griega ha perdido credibilidad y ha pasado de una previsión de crecimiento del 2,5% a entrar en recesión. Además los griegos han vaciado los depósitos bancarios atesorando euros en su colchón y el paro es el más alto de Europa. Es el coste de que el Gobierno griego no haya medido bien sus fuerzas y dilatado una negociación que podía haber cerrado pronto si hubiera sido sensato. Su populismo lo han pagado los propios griegos, esperemos que no nos acabe costando más al resto de los europeos.
J. R. Pin Arboledas, profesor del IESE