Rajoy cual Tancredo corneado una y otra vez
J. R. Pin Arboledas
Inmóvil en medio de la plaza. El toro, morlaco de 500 kilos, embistió hecho una furia (elecciones europeas, mayo de 2014). Tancredo y su plataforma salieron por los aires. No se inmutó. Se sacudió el polvo, subió otra vez al taburete y miró la plaza con desdén. "Seguro que no se han enterado de nada", pensó el protagonista. "Esto ha sido para que vean que puedo recomponer la figura, el próximo no me corneará", añadió. El siguiente toro era de 600 kilos, ganadería de Miura y mezcla de Vitorino. El toril abrió el 24 de mayo de 2015. La cornada memorable.
Pero, ante el asombro del respetable, Tancredo se levantó, se sacudió nuevamente el polvo y subió a la plataforma; fingió estar entero. Esta vez el taburete era una columna dórica y una vez instalado anunció: "Creo que soy el mejor candidato". Los tendidos se mostraron divididos.
El del 7 le aclamaba por constante; eran sus partidarios, porque siempre les regalaba las mejores entradas, con asiento en el Consejo de Ministros y el Comité Ejecutivo. Otros lo vituperaban por cabezota. "Lo de siempre" -volvió a pensar- "no será la primera, ni la segunda cornada, ya estoy acostumbrado; de hecho en la corrida anterior (las generales de 2003 y 2007) a la tercera fue la vencida (elecciones de 2011); soy un superviviente".
Alguien le susurró al oído: "Mariano, que esta es la cuarta: te olvidas de los dos novillos de las plazas andaluzas; también te cornearon ¡Y eran novillos!". "Sí, ¡pero es una plaza que nunca se nos ha dado bien" -replicó Tancredo- "Las Ventas es mi coso". Entonces un aficionado gritó: "¿Es que no sabes que en realidad para ti todas las plazas son la misma: la de la Moncloa?".
Nada: el presidente se quedó quieto, como siempre, y eso que la arena estaba regada de cadáveres políticos, candidatos sin esperanza de cargos: exalcaldes, exconcejales, expresidentes autonómicos, ex diputados... "Debe ser lo que los americanos llaman efectos colaterales", pensó.