Firmas

Foto (en blanco y negro) de Grecia

    Alexis Tsipras

    Juan Royo Abenia

    La cuestión griega se debate pasionalmente por periodistas, comentaristas, activistas, políticos y ciudadanos en general. Como en el fútbol, en donde todos somos un entrenador en potencia, en la economía, todos ofrecemos clarividentes soluciones a todos los males económicos que nos acosan: desde la pereza que genera absentismo laboral hasta la avaricia que desemboca en burbujas inmobiliarias, pasando por la envidia, la soberbia o la violencia canalizada a través de desahucios, preferentes y tarjetas opacas.

    Todos ofrecemos soluciones mágicas y garantizadas: bancos públicos, nuevas promociones inmobiliarias o leyes coercitivas y burocratizadas son algunos de los esperpentos con los que nos obsequian los modernos visionarios, muchos de ellos reputados (sic) economistas.

    Sin embargo, los datos son tozudos. Los mercados financieros hace tiempo que certificaron el descorazonador empobrecimiento de los griegos.

    El índice ASE de Atenas marcó un máximo histórico en 2005 en 5.300 puntos. En la actualidad cotiza en torno a 844 puntos. Un 85% menos. Se constata también que la sangría no ha finalizado. En estas cifras se incluye otra destrucción del índice de un 30% en los últimos 365 días (rentabilidad YTD) lejos, eso sí, de los mínimos de mayo de 2007 en 525 raquíticos puntos. El dinero es miedoso. Ya solo quedan en Grecia 138.550 millones de euros en plazos fijos. 27.000 millones han huido del país. Aproximadamente supone un escalofriante 15% de su PIB.

    ¿Qué subyace tras el declive del sistema financiero heleno? Unas estimaciones de crecimiento del PIB griego del 2,5% que se antojaban positivas comparadas con otros países en dificultades (Venezuela: -7%; Rusia: -3,8%; Brasil: -1% o Argentina o Chipre: 0%) pero deprimentes en relación a emergentes como Filipinas o Vietnam o gigantes como India o China, todos ellos por encima del nivel del 6%.

    Esta misma semana, se mejoraban las perspectivas de la UE, pero empeoraban las de Grecia en dos dramáticos puntos hasta el 0,5% mientras no se llegue a un acuerdo sobre la financiación de su deuda. Y eso que el desacuerdo no se contempla en esta previsión. En caso de producirse la cifra enrojecería vertiginosamente.

    La monstruosa deuda de Grecia en términos de PIB la hacen subcampeona mundial en esta disciplina (tan solo superada por Japón). Un 177% en 2014 es una insoportable carga para una economía depauperada, máxime cuando esta cifra no alcanzaba el 136% de media en los últimos diez años.

    La de Filipinas es del 33%, la de Vietnam del 58% e India y China se mueven en entornos manejables del 65% y 41%, respectivamente. ¿Cuál es el escenario sobre el que la CE va a jugar sus cartas?

    Una reducción de la deuda griega hasta el 125% de su PIB en 2020 y hasta el 112% en 2022. A todo ello se le suma un paro del 25,4% alejado de su máximo histórico de hace dos años del 27,9%. 3,55 millones de griegos tienen un trabajo frente a 1,21 millones que no lo tienen.

    Hay más desempleadas (29,1%) que desempleados (22,4%) y son los jóvenes quienes lideran esta penosa situación (50,1%).

    Y sin dinero para hacer frente a su gasto corriente, sin posibilidad de generar ingresos netos y con los mercados financieros cerrados solo le resta a Varoufakis encomendarse a la negociación de un rescate desesperado con el FMI, la CE y el BCE.

    ¿La calma tensa que viven los mercados financieros se debe a que se descuenta ya un acuerdo inminente o a que en el peor de los casos el efecto contagio para el resto de Europa sería relativamente pequeño habida cuenta del reducido tamaño de la economía griega?

    El Parlamento griego presidido por Zoi Konstandopulu (la única mujer del Gobierno de Syriza, además de algunas viceministras) aprobó reincorporar a 15.000 funcionarios despedidos en anteriores reformas laborales aconsejadas por los acreedores para no cerrar el grifo de la financiación institucional.

    Alexis Tsipras tampoco parece estar por la labor de volver a bajar las pensiones ni el salario mínimo sino todo lo contrario. El FMI también mira sus cartas, arquea las cejas y endurece sus posiciones. Si no se cumple la agenda acordada peligra el escenario de PIB manejado para Grecia lo que plantea una única alternativa: la reestructuración de la deuda de Grecia.

    Este lunes debe atender un vencimiento de 770 millones de euros al FMI y seguimos sin saber quién de todos va de farol.