Firmas
Construcción: No repitamos errores
El sector financiero y el 'ladrillo' exhiben la deslolación que ha causado la crisis de endeudamiento.
En esta profunda depresión de siete años todos los sectores económicos han sido golpeados con saña, pero el constructor es el que se ha llevado la peor parte. Este sector, comúnmente denominado ladrillo, es para muchos el símbolo de la crisis. En mi opinión, conjuntamente con el sector financiero, exhibe como ninguno la desolación que ha causado la crisis de endeudamiento y que tanto nos va a costar recuperar. Además expresa el enorme error de unos gobiernos que nos condujeron hacia un modelo insostenible y suicida, miopía la visión del corto plazo frente a la de largo.
Permítanme que nos situemos y ver de lo que estamos hablando. Centremos en la evolución del empleo, allí donde mejor se puede apreciar el suicidio económico al que hacía alusión anteriormente. De acuerdo con la EPA del tercer trimestre del año 2007, el punto de partida de la crisis, el sector constructor ocupaba 2.773.100 personas, a fínales de 2014 el sector había destruido prácticamente 1.750.000 empleos.
Es el sector que más ha contribuido al aumento del paro, donde además más se dejan sentir sus efectos como es la desigualdad social y el riesgo del umbral de pobreza. Comparte con el sector turístico la característica de emplear a un buen número de personas, muchas con bajas cualificaciones, con escasa formación, de difícil empleabilidad en otros sectores y que además incorpora muy bajo valor añadido en su actividad, un empleo muy correlacionado con los niveles de actividad no como el que ofrece el sector industrial. Además no podemos olvidar que desde los diferentes gobiernos previos a la crisis se fomentó la especulación inmobiliaria, algunos incluso opinaban que era un modelo sostenible. Una burbuja en toda regla, avivada por la llegada de capital alemán, que antes o después tendría que explotar. Aquel modelo económico estaba basado en un crecimiento del apalancamiento, el que ofrecía el crédito, muy por encima del incremento del nivel de rentas de las familias, algo que podríamos comparar con una bomba de destrucción masiva. Era el modelo del pelotazo que tanto les gustaba a los ayuntamientos, tan solo el País Vasco se salvaba de este panorama.
Hoy nos encontramos de bruces con lo que nos ha dejado. Una riqueza de las familias menores por la caída del valor de la vivienda, además de golpear la salud financiera del país con una morosidad altísima. Un consumo deprimidos al haberse endeudado las familias. Brechas de pobreza y penuria social como pone de manifiesto los desahucios. En la actualidad el mercado inmobiliario presenta tal cantidad de sobre oferta que será muy difícil y complicado la salida del mismo. Por supuesto, permitió a ayuntamientos y comunidades autónomas disparar su gasto y hoy son incapaces de cuadrar los presupuestos, y por último y no menos importante, el auténtico motor de la corrupción.
Pero como todo lo humano el poder de regeneración siempre existe. Hoy ya comenzamos a vislumbrar un escenario, aún con riesgos de recaída, pero mucho más esperanzador. Durante más de un año llevamos registrando crecimiento económico y poco a poco esa mejoría va calando, especialmente en el mercado laboral. Como es típico el sector constructor es el último en incorporarse al crecimiento, pero por fin este sector empieza a ver su renacer. Comienza a generar empleo, aumentan las operaciones de compraventa en activos inmobiliarios, los precios parecen estabilizarse incluso en algunas zonas repunta tímidamente. Eso sí, conviene matizar muy bien las cifras. Pensemos que el año 2013 fue de máxima penuria en el sector, cualquier leve crecimiento se ve amplificado en las cifras.
Pero el sector, por fin, se mueve. Hay operaciones empresariales, la última la de Slim, en Realia. Previamente ha habido compra de inmuebles por grandes grupos financieros, o grandes fortunas, salidas a cotización de Socimis, compras de no residentes. La construcción vuelve a despertar atractivo entre los inversores una gran noticia, sin duda, pues el sector debe incorporarse a la reactivación económico y encajar en un modelo económico sostenible y mucho menos peligroso del que hemos tenido, más orientado hacia la industria, la exportación y la cualificación. En este sentido recomiendo, para hacernos una idea de que estamos hablando, el último estudio de la fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigación Económico, presentado esta última semana, sobre el mercado laboral y el empleo juvenil. Es totalmente necesaria la reactivación del sector constructor. Va a costar, pero no debemos volver a repetir esquemas pasados. Él mismo debe resolver todavía una serie de incógnitas como por ejemplo la financiación. No podemos volver a la figura del préstamo al promotor, la financiación debe hacer sin los enorme apalancamientos a los que hemos estado acostumbrados.
Alegrémonos por ver nuevamente grúas de construcción en las ciudades, como ya ocurre por Madrid, pero no olvidemos lo que ha pasado para no repetir los graves errores del pasado. Esperemos que las autoridades sean también conscientes y responsables. El dinero en infraestructuras debe prestar atención a los déficit y necesidades reales, no a electoralismos.