Las próximas compras de 'telecos' apuntan a España, Francia e Italia
En ciertas culturas el número tres simboliza la perfección, la trinidad, los apoyos básicos para que exista equilibrio, la cifra cabalística que rompe los duopolios... En el mercado de las telecomunicaciones, el mismo guarismo se perfila como la cantidad idónea para garantizar la sostenibilidad de cada mercado nacional. Las altas inversiones que demanda el sector, la necesidad de ofrecer servicios convergentes, las implacables economías de escala y la competencia feroz por el cliente obligan a comprar o a dejarse comprar. No queda otra. De esa forma, pueden apostar que donde ahora conviven cuatro operadores, uno de ellos desaparecerá del mapa... más pronto que tarde. Por esa regla, vigilen los casos de España, Francia e Italia, sin olvidarse de Holanda, Suecia, Polonia y Eslovenia.
Los reguladores nacionales y europeos deben tener el corazón partido. Por un lado les gustaría que existiera una gran variedad de jugadores, con múltiples variantes para la elección de los consumidores y todos ellos con plenas capacidades competitivas. Pero, al mismo tiempo, son testigos de que el movimiento natural tiende hacia la consolidación. El último ejemplo de esta tendencia se encuentra en el Reino Unido. Si nada se tuerce entre Telefónica y Hutchison -y con el permiso de las autoridades regulatorias-, donde antes existían cuatro compañías de móviles, en los próximos meses quedará reducido a una terna. No hay que irse muy lejos para comprobar que algo parecido sucede en el ámbito de las telecomunicaciones fijas españolas.
Si el año pasado se repartían el pastel cinco operadores: Telefónica, Vodafone, Ono, Orange y Jazztel, la próxima primavera se simplificará en una triple referencia: Telefónica, Vodafone-Ono y Orange-Jazztel. Y cuando un mercado se reduce de esa forma, las autoridades de competencia están obligadas a mirar con lupa todos los efectos colaterales de la concentración. En esos casos, los operadores afectados no eluden la denominada Fase 2, aquella en la que el regulador tiene que analizar de forma meticulosa las consecuencias de la pretendida reducción de jugadores. Esa situación afecta en la actualidad a la adquisición de Jazztel por parte de Orange. Y lo mismo sucederá en el Reino Unido, donde Hutchison tendrá que desplegar sus mejores argumentos para que le permitan comprar la filial británica de Telefónica. Cuando eso ocurra, el negocio de los móviles en el Reino Unido se lo repartirán BT-Everything Everywhere, Vodafone y 3 Group-O2. La multinacional española ya sufrió lo indecible el año pasado para que Bruselas permitirá la compra de la alemana E-Plus para su integración con O2, nuevo líder de un mercado en el que también queda sitio para otros dos grandes operadores: T-Mobile y Vodafone.
En Portugal se disputan los clientes de móviles tres grandes operadores de red: Vodafone, Portugal Telecom y Optimus; en Irlanda se encuentran Vodafone, Eircom y la futura Telefónica y 3 Group; en Suiza rivalizan Swisscom, Orange y Sunrise; en Austria se ven las caras Deutsche Telekom, Telekom Austria Group y 3 Group; en Noruega compiten Tele 2, Telenor y Telia Sonera; en Bélgica pugnan Orange, KPN y Belgacom; en Grecia conviven Vodafone, Ote y Wind; y en Finlandia es cosa de Elisa, DNA y Telia Sonera.
Con semejante patrón, sólo hay que esperar movimientos de consolidación en los países con cuatro grandes operadores. Es el caso de los referidos vecinos franceses e italianos, así como el de España, donde Yoigo tiene todas la papeletas para cambiar de bando. Es la ley del negociado de las telecos: cuatro son multitud.