Los griegos llevan décadas viviendo una realidad económica a crédito
- Muchos ciudadanos europeos esperan con agrado que Grecia salga del euro
¡Alégrame el día! Ese escueto mensaje dirigido por el policía Harry Callahan o Harry el Sucio (Clint Eastwood) para que los delincuentes se lo pensasen dos veces antes de cometer un error al ser pillados me ilustra en buena parte lo que ahora mismo acontece en Europa con la situación de Grecia.
Sin las connotaciones violentas o crueles de los films de Harry el Sucio, Europa, sus instituciones, junto con el FMI, y muchos ciudadanos europeos hartos de pagar desmanes, fundamentalmente de los políticos y empleados públicos, pero también de la sociedad griega en general y de su modo de vida totalmente imposible, esperan en realidad, casi con impaciencia y buen agrado, un anuncio del actual Gobierno griego que determine su salida del euro, con el único problema de que si lo hiciese de manera indirecta entrañaría un mayor dolor o coste para sus socios europeos que si lo hiciese de forma directa y dando un golpe en la mesa.
En este momento, vista la respuesta en los últimos años de la sociedad griega a sus compromisos, tras descubrirse en 2009 su gran estafa, engaño o como quiera denominarse, y ante los riesgos que entraña, Europa desea que le alegren el día. Pero vamos por partes.
Digo que lo de los griegos ha sido a todas luces un modo de vida imposible no sólo porque tal como estaba montado específicamente el denominado Estado del Bienestar el sistema era imposible de sostener o financiar en Grecia ante la insuficiencia de recursos aportados; sino que además, dada la cuantía y calidad de tales bienes y servicios requeridas por los griegos dentro del sistema, era imposible de atender y mantener tal demanda o producción de esos bienes en tales condiciones.
Los griegos llevan décadas "alegrando sus días" y viviendo una realidad económica que además de no producirla era a crédito o de fiado; se la han financiado otros europeos de lo que ellos producían y ahorraban con la esperanza, nada perversa o execrable como algunos pretenden, de obtener un rédito o recompensa. De eso también sabemos los españoles, aunque huelga recordar los datos publicados hace tiempo sobre evasión y escasas aportaciones de los griegos para sostener su sistema redistributivo o Estado del Bienestar.
No es sólo lo de los escasos propietarios de piscinas que pagaban el impuesto a tal efecto establecido por las autoridades, en un país con miles de ellas. Es que, sin correspondencia por su parte en lo aportado al producto o la riqueza totales del país, los griegos han vivido con pensiones excelsas, sueldos públicos abultados, número o cuantía de empleados públicos sin razón ni cordura, transferencias o subsidios excepcionales y cuantiosos para una gran parte de su población y corruptelas por doquier.
Financiado por otros europeos
Todo ello financiado por otros europeos, dado que los griegos apenas aportaban al sistema fiscal y redistributivo, quienes, por cierto, aparecen ahora como los malvados e incluso causantes de la pésima situación económica griega, cuando han sido perjudicados y quienes pagan tales alegrías y excesos, permitidos porque apenas eran 11 millones de personas en el conjunto de Europa y porque política y socialmente siempre se consideró que Grecia, como cuna de la civilización europea, debía estar.
Los déficit, interno y externo, de la economía griega son insostenibles, sobre todo porque la voluntad de esa sociedad, que ha asumido e incorporado un mensaje muy homérico (me refiero a Homer Simpson, que en su campaña al departamento de limpieza del Ayuntamiento de Springfield usó como lema 'Otro puede hacerlo por ti'), no pasa por renunciar a tales niveles de bienestar y riqueza no producidos ni por asumir las responsabilidades correspondientes a sus propias decisiones y actos. No hablo de que Grecia (o los griegos) is different. Se trata de un sistema de instituciones e incentivos distorsionado, perverso e ineficiente.
Aunque la salida de Grecia del euro tendría consecuencias o costes importantes para el sistema mismo y para ciertos países que tampoco han cumplido correctamente con sus responsabilidades de pertenencia al club y muestran debilidades en déficit, endeudamiento y escasez de competitividad de una parte de sus economías o sectores, yo no descartaría que los mercados financieros internacionales terminasen aplaudiendo y premiando que la eurozona sepa, por una vez, comportarse como debe y obligar el cumplimiento de los acuerdos o contratos. Pero, conociendo el paño de Bruselas, lo más probable es que se produzca un nuevo enjuague que tendrá consecuencias peligrosas en lo económico y en lo político porque el mensaje, así, fortalecería el riesgo inducido y la selección adversa.
Fernando Méndez Ibisate, de la Universidad Complutense de Madrid.