Firmas
Efectos económicos de las elecciones
Durante muchos años, generaciones de economistas aprendieron en las aulas aquello de que economía es ciencia e ideología. También durante mucho tiempo, asignaturas y programas de economía política y de política económica fueron predominantes en muchas de las principales universidades del mundo. En tiempos más recientes, el enfoque del análisis y del pensamiento económico dominante ha sido muy distinto, de tal forma que los aspectos ideológicos pasaron a un segundo plano.
Hoy en día, sin embargo, la realidad pone de manifiesto que quizás más que nunca política y economía van de la mano. Un ejemplo claro de esto son todas las opiniones que se vierten sobre las implicaciones que las elecciones que se avecinan en determinados países y especialmente en Grecia pueden tener desde el punto de vista económico.
Lo primero que habría que plantearse es por qué hemos llegado a esta situación. Dicho de otro modo: ¿qué está detrás, en el caso de muchos países y particularmente de Grecia del auge de partidos tan críticos con el sistema político actual y con el denominado proyecto europeo? Desde mi punto de vista, en el auge de este tipo de movimientos se encuentra, por una parte, la pérdida progresiva de legitimidad de muchas instituciones, desde los partidos políticos a las organizaciones empresariales, los sindicatos o los propios medios de comunicación, y por otra la percepción muy negativa que buena parte de la población tiene sobre los efectos que han generado las políticas aplicadas por la troika y que se identifican con la denominada política de austeridad. En este sentido, las últimas medidas del BCE parecen apuntar a un cierto reconocimiento de la necesidad de estimular la economía y especialmente mejorar el acceso de empresas y particulares a la financiación en un contexto de tipos de interés y de tasas de inflación muy bajos.
Es cierto que las políticas aplicadas han permitido a la economía griega mejorar sus cuentas públicas hasta alcanzar un superávit primario, lo que significa, un saldo positivo sin tener en cuenta los costes financieros. Al mismo tiempo, la economía griega ha vuelto a poder colocar parte de su deuda en los mercados internacionales. Sin embargo, estas mejoras han venido acompañadas de una pérdida muy considerable del valor añadido apara la economía griega y del nivel de vida de su población, sin que las expectativas apunten a una recuperación de dichos niveles de vida.
Esta falta de expectativas vinculadas al tipo de políticas que se han venido aplicando para la economía griega se encuentran detrás del apoyo que está recibiendo Syriza y de los sondeos que sitúan a esta formación como la gran favorita de los comicios griegos del 25 de enero.
¿Qué puede suceder el pueblo da su apoyo a Syriza? o dicho de otro modo, ¿existe alternativa a las políticas que la troika está aplicando para Grecia? No sabemos cuál sería la política aplicada realmente por Syriza en caso de llegar al poder. De hecho, hay opiniones que apuntan a que su margen de maniobra es relativamente limitado. En cualquier caso, en ocasiones, el debate tiende a simplificarse. Da la sensación de que sólo existen dos opciones: o bien, persistir en las medidas aplicadas hasta la actualidad o bien romper con el euro y que Grecia adopte un camino al margen de la UE. Particularmente, creo que debería haber una vía intermedia . No soy capaz de imaginar una Grecia fuera del euro sin una pérdida considerable adicional de bienestar para su población, aunque creo que lo mejor del surgimiento de movimientos como Syriza o similares es su capacidad de obligar a revisar o replantearse algunos de los paradigmas que se han dado por incuestionables.
Finalmente, existe un temor al contagio que puede ejercer Grecia sobre otros países y en concreto sobre España. No me atrevo a afirmar si un triunfo de Syriza animará o no el apoyo a movimientos similares en nuestro país y creo que en gran medida ello también dependerá de los resultados económicos y sociales que alcanzara Syriza a lo largo de 2015. Lo que sí me atrevo a afirmar es que nuestra situación dista mucho de la que sufre Grecia. Otra cosa es que los mercados volvieran a meter a todos en el mismo saco, pero eso no quita para que estemos hablando de realidades y situaciones objetivamente muy diferentes en muchos aspectos.