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IPC 0% + Tipos 0% = Kilómetro 0 en el mercado

  • Podemos encontrarnos con un nuevo riesgo sistémico en el sector financiero


Cuando hace días Ángel Cano, del BBVA, reconocía la presencia de un escenario complejo para las entidades de crédito, tanto en el presente como en el futuro, no hacía sino reconocer el hecho de que la crisis a la que hemos estado sometidos a lo largo de estos años ha cambiado especialmente el escenario de nuestro sector financiero y de la actividad económica.

Los tipos de interés al 0% y el progresivo y deseado proceso de desapalancamiento del sector privado, con el hecho subyacente de que posiblemente hemos aprendido a financiarnos sin acudir a las entidades financieras, conducen a la presencia de un mercado especialmente estrecho para el desarrollo de la actividad de las entidades de crédito. Además, la creación del impuesto sobre los depósitos, que devenga al cierre del ejercicio 180 millones de euros, y los nuevos requisitos de fondos propios bajo el paraguas de Basilea III condicionan de manera determinante su actuación y el tipo de activos en los que invertir.

A todo este lienzo digno de Dabiz Muñoz (sic), debemos unir la presencia de una política monetaria algo confusa por parte del BCE, en cuyo conjunto de medidas encontramos la concesión de créditos condicionados bajo la figura de los TLTRO, operación que todo parece indicar en lugar de aumentar el activo va a provocar un drenaje de liquidez del mercado y una reducción del tamaño del balance del BCE, justo lo contrario de lo que pretende la institución.

En este sentido, los tipos de interés inexistentes, el hecho de que las nuevas financiaciones no llegan a cubrir las amortizaciones de las anteriores, la dificultad de atraer el ahorro a través de depósitos tradicionales, o la posible contracción de la liquidez del mercado limita sobremanera el resultado del cociente entre ambas partidas: rendimientos e inversión, lo que conlleva una baja rentabilidad del negocio bancario y ciertas dudas sobre su sostenibilidad.

En este escenario todo parece indicar que dicha actividad sólo podrá ser soportada a través de una doble herramienta. En primer lugar el tamaño, lo que permitirá generar el suficiente flujo de caja para el mantenimiento de su estructura fija; en este punto alguno se podrá alegrar de haber acuñado el término too big to fail o haber favorecido la concentración del sector bancario, aunque con ello pongamos en peligro la subsistencia de las finanzas públicas por la incoherente manía de rescatar a quien lo hace mal.

En segundo lugar, y especialmente para las entidades de menor tamaño, a través de la búsqueda de nuevas vías de ingresos, al margen de la actividad de financiación y captación de recursos a terceros. La gestión de carteras, de fondos de inversión o de planes de pensiones, con las consiguientes comisiones, o el mantenimiento de importantes activos en deuda pública puede favorecer a corto plazo el sostenimiento de algunas entidades. Todo parece indicar que los inversores se decantarán por la inversión en renta variable, pero una parte importante de los mismos acudirá a la inversión alternativa, término que no hace sino reconocer la presencia de inversiones más arriesgadas y con elevado grado de apalancamiento.

Los inversores optarían por instrumentos más rentables

En este escenario de tipos ultrabajos, los inversores se decantarán por instrumentos más rentables pero sin valorar adecuadamente, como ya ocurrió durante la crisis, la prima de riesgo que están asumiendo, las dificultades de desprenderse de ellos y la menor seguridad que tienen. Ante perspectivas de subidas de tipos de interés, cualquier accidente podría llevarse por delante una industria de fondos que promete elevados grados de liquidez, inexistente en un contexto de salida masiva de recursos.

En definitiva, este nuevo incentivo que son los tipos ultrabajos por parte del mercado y de los reguladores puede conducir a la generación de una nueva burbuja, en línea con lo aprendido por las lecciones de J.K. Galbraith, que actuará directamente contra el ahorro privado.

En estos momentos, una crisis de deuda pública -nada alejado de la realidad con los actuales problemas de Rusia o de financiación de la Administración Obama, así como el sobreendeudamiento del sector público y la amenaza fantasma de la renegociación por parte de algún partido posibilista- o una caída de los mercados financieros en un escenario de incertidumbre puede producir una huida de capitales, con la consiguiente falta de liquidez de algunos fondos o planes de pensiones. Podemos encontrarnos con un nuevo riesgo sistémico, esta vez en otro lado del sector financiero, que nos devuelva al kilómetro 0 cuando creíamos haber avanzado.

R. Manso Olivar y C. Mir Fernández, de Masolivar.