Firmas
La ciudad de los prodigios
El presidente de la Generalitat, Artur Mas, espera que el próximo jueves 11 de septiembre de produzca un nuevo prodigio en Barcelona: que millones de catalanes acudan a celebrar la Diada y esto haga comprender al Gobierno de Madrid que no queda más remedio que dar la independencia a Cataluña de forma amistosa. Una magna manifestación que haga olvidar el "desastre" Pujol y toda la porquería que se ha ido acumulando en el Principado durante las tres décadas de Gobierno pujolista.
Sin embargo, Mariano Rajoy no cree en los milagros sino en el cumplimiento de la ley, y la ley de leyes prohibe la independencia de Cataluña. Por tanto, una declaración unilateral de independencia como la que en 1931 hizo el presidente de ERC, Francesc Macia, o tres años después repitió Lluís Companys terminarán en fracaso como ha ocurrido siempre que se ha hecho. En consecuencia, por mucha gente que acuda el 11-S a la Diada las cosas van a seguir su curso; lo contrario es no conocer a Rajoy. El presidente del Gobierno español es un leguleyo y hará cumplir la ley cueste lo que cueste.
Los mercados lo saben y los inversores también. Por eso el conflicto no impacta en la economía. España va bien y Cataluña va mejor, según todos los datos disponibles. Estamos saliendo de la crisis y se ha empezado a crear empleo. Este es el auténtico prodigio que se está produciendo en la Ciudad Condal y eso lo saben la inmensa mayoría de los catalanes para quienes la "pela es la pela" y siempre ha sido lo fundamental.
Afortunadamente no estamos en la Cataluña de principios del siglo XX que retrató Eduardo Mendoza en su novela La ciudad de los prodigios y que Mario Camus llevó magistralmente al cine. Después de poner negro sobre blanco la corrupción permitida y alentada desde CiU, los empresarios catalanes se lo están pensando dos veces: los que eran independentistas ahora lo son menos y los que no lo eran se reafirman en sus posiciones.
Mariano Guindal. Periodista.