Firmas
Por fin, los tipos a cero y 'más madera'
La historia muestra que inyectar liquidez no arregla los problemas a largo plazo.
Finalmente, y animado por Mario Draghi, el BCE ha lanzado una nueva serie de medidas, cuyo objetivo es aumentar la liquidez del sistema económico, con contundencia y significación renovadas. Dichas medidas son otra rebaja de tipos de referencia, dejando prácticamente en cero (0,05 por ciento) el de refinanciación de los bancos de la eurozona y en el 0,3 por ciento para los créditos a un día solicitados al BCE. Asimismo, el BCE ha elevado el tipo de interés que cobra a los bancos por las reservas excedentarias en su caja. Como colofón, Draghi ha notificado no ya la compra directa de activos titulizados y bonos garantizados, cosa ya anunciada a principios de junio y que además ya entonces quedó eximida de drenaje, sino que ahora incluye tanto activos privados como públicos, cédulas inmobiliarias (entonces excluidas) y que adelanta dicho movimiento a octubre. Con ello, a mi modo de ver, se salta sin duda alguna ni restricción todos los mandatos al respecto que obligaban al BCE en su acta de constitución. Cierto es que Draghi se ha visto impelido por las circunstancias y su verborrea. A finales de agosto, en estas páginas, escribía que, en Jackson Hole, Draghi había amenazado una vez más con medidas extraordinarias pero tan sólo amagando, pues literalmente dijo confiar en las disposiciones adoptadas en junio y que los Gobiernos europeos debían continuar con las reformas y cumplir sus objetivos de déficit y deuda, que evidentemente las últimas decisiones del BCE relajan mucho.
Pues bien, resulta que la presión de esos mismos Gobiernos, que no desean los costes políticos o económicos de sus propios desmanes -que afectan nocivamente a la actividad, crecimiento y empleo-, y las expectativas generadas en los mercados por las palabras de Draghi, que han interpretado que realmente iría más allá de lo anunciado en junio y con mayor urgencia, han forzado, mediante movimientos en los mercados de valores, el tipo de cambio del euro y las posiciones deudoras -muy extendidas en toda Europa, tanto en el sector público como en el privado-, estas medidas realmente excepcionales, pero que abren una peligrosa puerta que, una vez traspasada, no tendrá marcha atrás: financiar directamente a los Gobiernos y utilizar la política monetaria para afectar la actividad y el empleo, es decir como instrumento anticíclico, dejando de lado la estabilidad del valor del dinero. ¡Vamos! Lo que siempre se ha hecho, en cada país, con cada moneda, antes de "inventar" el euro. La historia nos muestra y la teoría nos enseña que las inyecciones de liquidez, como remedio a los problemas de producción, empleo, ahorro o decisiones de inversión (malas), pierden sus posibles resultados estimulantes a largo plazo, que sí se producen en el corto. Pero lo harán a la vez que deterioran las expectativas, estropean los planes y proyectos de vida de la gente, distorsionan sus decisiones e inutilizan el sistema de precios (relativos y absolutos o el nivel general de precios) como señales pertinentes de información. Por tanto, estas medidas podrán por el momento y durante un tiempo, no puedo decir exactamente cuánto, muy contentos a quienes desean ver subir las bolsas y mercados, elevarse los precios por encima del "peligroso" (?) cero por ciento y mantener un alza sostenida del 2 por ciento anual, considerada adecuada y moderada, pero que supone que, dentro de 5 años, podremos adquirir con un billete de 50 euros un 10,41 por ciento menos de bienes y servicios que hoy, y un 21,9 por ciento menos, dentro de 10 años. Sigo sin entender por qué para mantener en crecimiento la producción y el empleo se precisa aumentar, aunque sea "levemente", la inflación, ni por qué la estabilidad de precios o una inflación próxima a cero es alarmante, cuando la evolución histórica de la productividad de los factores, la eficiencia y los costes (incluyendo calidades) siempre son a mejor y a menos costes, como vemos en los electrodomésticos, vehículos, gadgets electrónicos, etc. Las medidas de liquidez animarán, seguro, el crédito y endeudamiento (de ahí venimos), la actividad y posiblemente el empleo, pero no resolverán los problemas de fondo de nuestro llamado modelo productivo en su conjunto... ni del modelo político o los desequilibrios de nuestra Administración Pública. Aunque, eso sí, por un tiempo habrá hecho más cómoda nuestra vida (de eso también venimos).
Una política monetaria fuertemente expansiva puede tener sentido, y no siempre, ni desde luego para mantener a flote entidades financieras que no deberían haber recibido un euro, para atender demandas masivas de liquidez en momentos de auténtico pánico, donde las expectativas, la confianza y el crédito, la solvencia o la seguridad se han hundido o prácticamente desvanecido. Eso ocurrió en 1929 y en 2008; pero no ahora. Nuestros problemas siguen siendo de oferta y mala Administración Pública.