Asoma una alternativa económica
- El PSOE plantea una alternativa a la austeridad no rupturista
La gran crisis económica, que empezó siendo gestionada en Europa desde el G-20, tuvo realmente un calado ideológico muy notable, que no se ha sistematizado todavía como merece. En efecto, en la reunión del G-20 de noviembre de 2008 en Washington y en la de abril de 2009 en Londres hubo matizada unanimidad sobre la conveniencia de implementar medidas expansivas para combatir la recesión global.
Ya en septiembre de 2009 (Pittsburg) y junio de 2010 (Canadá), comenzaron a separarse los caminos de EEUU, que pretendía continuar por carriles neokeynesianos, y Europa, donde Merkel imponía los criterios ortodoxos de la consolidación fiscal. Las crisis griega, portuguesa e irlandesa fueron afrontadas con terapias conservadoras clásicas, a las que se adhirió España, impelida por Bruselas.
En nuestro país, Rodríguez Zapatero vio cómo desde 2009 se limitaba desde Europa -y desde el G-20- su autonomía política. Primero, se le impusieron políticas expansivas que no chocaban con su propio ideario pero que resultaron sencillamente inútiles (agravaron el déficit sin conseguir atajar las consecuencias nefastas del estallido de la burbuja); después, hubo de acatar la consigna de una brutal consolidación fiscal, que sí entraba en contradicción con sus postulados socialdemócratas pero que era la única manera de evitar un rescate. Hoy, tanto tiempo después, Hollande, en la presidencia de Francia desde mayo de 2012 y completamente aislado en la zona euro por la hegemonía de Merkel, ha tenido igualmente que terminar acatando unas duras reformas estructurales, en consonancia con las pautas monetarias y fiscales del Eurogrupo. Durante la fase más dura de la crisis no había alternativa europea al diktat de Berlín. Y actualmente, en Francia la austeridad impuesta por Valls ha generado una ruptura de la izquierda para llevar a cabo las reformas que, ideologías aparte, encarrilarán al país hacia la estabilidad presupuestaria y la competitividad.
Acción conjunta
Viene todo esto al caso de que el PSOE, ya bajo la dirección de Pedro Sánchez, parece haber entendido una evidencia que ha prosperado con gran dificultad en el seno del Eurogrupo: el socialismo en un solo país no resulta viable, de forma que el programa económico de la formación de centro izquierda de un país miembro de la zona euro ha de ser una propuesta de actuación conjunta y solidaria de todos los socialdemócratas europeos. Actualmente, después de la reforma institucional impuesta por el Tratado de Lisboa, debe ser el grupo parlamentario socialista en el Parlamento Europeo el que elabore el ideario y la estrategia socialdemócratas que compitan con la opción actualmente mayoritaria, la conservadora, que ganó por escaso margen las pasadas elecciones del 25 de mayo.
En esta línea, los socialistas españoles han publicado el documento Un nuevo pacto europeo por la competitividad, el trabajo y la cohesión social, que es en realidad un decálogo con reformas estructurales y estrategias para dar relativa preferencia al crecimiento sobre la estabilidad. No es todavía un verdadero programa sino un anticipo resumido del proyecto con el que el PSOE ha salido al paso de la reciente visita de Merkel a España y que probablemente, desarrollado y actualizado, se plasmará en el próximo programa electoral.
Entre las reformas estructurales planteadas, destaca la primera propuesta, "el pleno empleo y la estabilidad de precios, un doble objetivo del BCE". El enunciado evoca una reforma del Estatuto del BCE para asemejarlo al de la Reserva Federal americana, pero de momento se limita a solicitar políticas expansivas y un objetivo de inflación más elevado, con carácter transitorio, "que posibilite un más rápido desendeudamiento público y privado y facilite el crecimiento del consumo" porque "con deflación, es imposible el desendeudamiento".
Alternativa a la austeridad
Los otros puntos del decálogo redondean una opción alternativa a la austeridad pero no rupturista con el actual statu quo: un verdadero mercado europeo unitario de trabajo, un plan de empleo juvenil europeo para menores de 30 años y un fondo específico para políticas activas de empleo, un plan de crecimiento para las pymes, una nueva política de reindustrialización, una nueva política energética, más inversión en infraestructuras productivas, creación de la unión bancaria, reforzamiento de la política fiscal europea y creación de un Fondo Europeo de Amortización de Deuda, y depreciación del euro para corregir su sobrevaloración. Tiempo habrá para analizar a fondo esta propuesta, aún sin perfilar pero que tiene la indudable virtud de estar planteada para su negociación con los demás partidos socialdemócratas europeos, especialmente con el alemán, que gobierna con Merkel, y con el francés, que se debate en una profunda contradicción.
Antonio Papell, periodista