Firmas
Nuevos aires en el negocio financiero
- El término 'fintech' explica la convergencia entre finanzas y tecnología
Los especialistas se refieren al nuevo fenómeno con el término híbrido fintech, que no es otra cosa que la convergencia entre las finanzas y la tecnología, pero del que se deriva una nueva realidad, en forma de reto para la banca (no es vano, el concepto representa una de las amenazas confesadas para la mayoría de los profesionales del sector, según un reciente informe de PwC) y de clara oportunidad para los usuarios.
En cualquier caso, lo que sí parece claro, al menos en Occidente, es que esta feliz combinación ha traído una bocanada de aire fresco para muchos clientes acostumbrados de forma secular a tratar con los bancos como únicos interlocutores. En la era digital, la tecnología ha sido el factor de transformación para muchas industrias y el sector financiero no iba a ser una excepción. Es cierto que en los últimos 30 años la banca ha venido realizando un enorme trabajo de transformación soportado principalmente por la tecnología, que se ha traducido, al menos en países como España, en una mejora extraordinaria de sus procesos, hasta hacer de nuestro sistema de pagos uno de los más avanzados, eficientes y seguros del mundo. Sin embargo, esta transformación no ha impedido que el sector proyecte hacia el exterior la imagen de una manada de pesados y grises mastodontes acostumbrados a hacer negocios de una manera muy tradicional.
Nuevas tecnologías
Lo que provoca que las nuevas tecnologías tengan presencia en el mundo financiero son fundamentalmente dos cosas. Por un lado, la capacidad de organizar y ofrecer unos servicios en condiciones óptimas de velocidad, transparencia y seguridad, añadiendo a todo ello la rentabilidad y la reducción de costes, que al postre es lo que un cliente espera recibir de una entidad cuyos productos y servicios giran alrededor del dinero. Y por otro, una manera de interrelación con el usuario adaptada plenamente a su experiencia. Lo que este usuario espera, porque forma parte de su nueva cultura, es plena accesibilidad, sin límite de horarios, sencillez y claridad (esto es, productos o servicios que pueda comprender) y un servicio competitivo y contrastable, pues su cultura le impele a comparar constantemente y compartir información.
Un análisis descriptivo de la operativa del sector financiero nos daría una imagen opuesta a la de este nuevo paradigma del usuario de Internet: la de una industria muchas veces opaca, con múltiples intermediarios ocultos, cuya aportación de valor es dudosa, pero que, esto sí es seguro, terminan incrementando la minuta de comisiones que paga el usuario por un producto. En este contexto, han comenzado a surgir nuevos operadores en el sector financiero, en la mayoría de los casos especializados en áreas muy concretas de actividad, y que son capaces de aportar un nivel de servicio superior al que están dispuestos a ofrecer los propios bancos. Su propuesta de valor al mercado se sustancia en múltiples campos: seguimiento de inversiones personales, búsqueda de productos financieros, financiación, pagos, mercados de capitales, análisis de datos, seguridad, almacenamiento, etc.
Democratización del sector
En suma, nos encontramos ante una democratización del sector financiero, fruto de la eclosión tecnológica, que ha dado completa carta de naturaleza a unos operadores que, probablemente, sin ser los más grandes en términos financieros (por ahora), sí que son los más expertos y eficientes en sus respectivos campos. A partir de aquí, lo lógico es que veamos un movimiento de reacción por parte de la banca para adaptarse al nuevo mundo digital y recuperar al mismo tiempo la imagen perdida durante estos años de crisis. El movimiento, seguramente supondrá, en algunos casos, la asimilación por los bancos de algunas de estas fintech y en otros muchos el establecimiento de acuerdos de colaboración con otras. Esta democratización del sector dará pie a un ensanchamiento del propio mapa mundial de la industria financiera, en el que algunos países como España, dotada de una gran base de profesionales y empresas especializados, tienen mucho que decir.
Jacobo Sanmartín, director general de Ebury