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Lo de Gowex no son fallos del mercado

  • Las mentiras no son propias de un sistema económico sino de los humanos


No es la primera vez, ni será la última, que acontece una estafa, un fraude, como el de Gowex; cuyo verdadero origen y explicación reside en la misma naturaleza humana.

Malas prácticas contables o fraudes fueron los de Enron o WorldCom, que acabaron con Arthur Andersen, o los manejos de algunos empleados que llevaron al desastre a entidades financieras como Barings o Société Générale. Efectos muy nocivos tuvieron también las famosas subastas en telecomunicaciones, origen de muchos fracasos, pérdidas y prácticas perversas de empresas que intentaron hacerse con cuotas sustanciales del mercado en toda Europa, mediante repartos auspiciados, distribuidos y asignados por los propios Gobiernos.

Tal remembranza pretende reflexionar sobre las fórmulas de regulación y vigilancia, los costes o distorsiones que imponen, sobre todo si están mal hechas, son excesivas, redundantes, perversas o buscan favorecer a grupos determinados, y las imperfecciones que siempre existirán en cualquier sistema.

En muchas ocasiones, las malas prácticas o fraudes quedan incentivados por el propio sistema de regulación, las normas e incluso las acciones de las autoridades públicas. Pero en ningún caso puede achacarse al sistema de libre mercado o, si se prefiere, capitalista, ser la causa u origen de tales fraudes o robos, ni siquiera, aún cuando éstos se produjesen sin que mediase la actuación o los incentivos de las autoridades públicas para ello, que también puede suceder así, porque, contrariamente a como suele afirmarse, el mercado no es perverso per sé.

Tampoco es justo ni atinado buscar culpables o extender, si no dispersar, responsabilidades sobre instituciones diversas, organismos reguladores, vigilantes del mercado correspondiente, personas o sistemas económicos concretos, pues los únicos y auténticos responsables de tales desmanes son los directivos, gerentes, administradores, contables, financieros, propietarios, etc. que conozcan las prácticas de ocultación o fraude de la contabilidad, las finanzas o la realidad de la empresa, en este caso Gowex.

No son fallos del mercado

Y es que la villanía, la trampa, las mentiras, el subterfugio, el latrocinio, el engaño... no son propias de uno u otro sistema económico o de Gobierno, sino de la naturaleza humana. Lo que sí hacen los sistemas económicos y políticos es favorecer, fomentar o, por el contrario, castigar y dificultar lo que desde siempre consideramos prácticas perversas, inmorales o faltas de ética, como las expuestas, propias de los seres humanos. Aunque también son propias de las personas sus opuestas o contrarias, que las hay.

Simplificando, hay sistemas de decisiones centralizadas donde uno o unos pocos determinan las soluciones, acuerdos, contratos, resultados, etc., que el conjunto de agentes económicos llevan a cabo en su día a día; y un sistema de decisiones descentralizadas o atomizadas, donde esos mismos agentes toman sus propias decisiones. En ambos casos la información es imperfecta o incompleta, nadie la conoce en su totalidad, pero precisamente por esto y si las decisiones e información abarcan a toda la sociedad, no es posible el funcionamiento eficiente de un sistema centralizado en la toma de decisiones.

Considerado así el problema, es mucho más fácil o posible que el primer sistema, o cualquier alternativa que prime la centralización de decisiones, auspicie más el fraude, el engaño, las arbitrariedades e injusticias, la expoliación o el robo, la corrupción y la tiranía u opresión que un sistema atomizado de decisiones, porque su detección, denuncia, persecución y castigo son mucho más difíciles, complejos y quedan en manos de unos pocos a los que, en caso de necesidad, siempre es viable convencer o sobornar.

Una sociedad abierta, dispersa, atomizada, es más compleja, más variada y rica en sus opiniones y con más posibilidades de que sus integrantes puedan saltarse las normas o la moral, pero cuenta con muchos más sistemas, instituciones e incentivos para perseguir al defraudador, al que quiebra las normas comunes. Entre otras cosas porque existen agentes, instituciones, empresas, como Gotham, que logran obtener beneficios del uso de la información o el conocimiento, poniendo en evidencia los malos comportamientos, la mala gestión o administración, las malas prácticas de otros, ocultas a la mayor parte de los interesados. Y, además, una vez detectada y conocida esa información no queda en manos de unos pocos (los que centralicen la información y decisiones), sino que está mucho más dispersa y disponible para toda la sociedad de lo que lo está en una sociedad más centralizada, más arbitraria, en definitiva más despótica.

Importante, pues, el papel de esa consultora apenas conocida, Gotham, que ahora ha ganado fama y, a buen seguro, negocio y cartera de clientes e igualmente importante el papel que desempeña el Mercado Alternativo Bursátil (MAB) en las posibilidades de financiación de pymes, así como en la propia estructura de nuestra organización industrial, hoy por hoy bastante ineficiente.

Fernando Méndez Ibisate, de la Universidad Complutense de Madrid.