Apostar por el desarrollo tecnológico
- Con los problemas de empleo actuales, es un error no apostar por la inversión
En una vorágine de información y recursos, enfrentar datos es una de las acciones más repetidas para evaluar y analizar con perspectiva cualquier resultado que obtenemos de las fuentes de información. En mi balanza he apostado por poner a un lado, los 4.684.301 parados que hay en España, mientras que en el otro lado, he posado una cifra que poco o nada tiene nada que ver, por lo menos en este párrafo introductorio, como es el 94% de los españoles jóvenes que entre 16 y 35 años tiene teléfono móvil.
Con un 66% de penetración a Internet a través de estos dispositivos, parece evidente que estamos ante uno de los motores económicos, no sólo por la infinidad de datos y gráficos que pueden girar en torno a este asunto, sino llevado a la importancia que tendrá en un momento tan relevante como el actual, si nos atenemos a las elevadas cifras de paro.
La lista de objetivos y proyectos para salir de la crisis es grande, sobre todo sustentada en que todos los agentes económicos parecen estar de acuerdo en que no hay una solución única. A finales de 2013, el Instituto Nacional de Estadística publicaba un informe en el que señalaba con cierta voz de alarma que en el año 2012 se había producido el mayor descenso de las inversiones en I+D, con una caída total del 5,6%. Nuevas potencias como China, la India o Brasil están creciendo a un ritmo elevado y sus inversiones en I+D también lo están haciendo. Otras potencias no han reducido su gasto en este espectro, como EEUU, Japón o Corea del Sur. Frente a un escenario con una importante dosis de innovación tecnológica como elemento común dentro de los países desarrollados, no apoyarse en esta proyección es un error que adquiere más relevancia si cabe, con los problemas de empleo actuales.
Hace poco pude escuchar en un programa de televisión como un tertuliano -figura que ha adquirido más relevancia con las elecciones europeas- explicaba que un Gobierno no crea empleo o lo destruye, sino que ayuda o entorpece. De alguna manera, dicha afirmación está en la línea correcta, pero si lo que buscamos es que ayude, tiene que poner los elementos necesarios al servicio de sus ciudadanos.
El Wall Street Journal publicó un reportaje en el que señalaba que en el año 2015, el móvil será la herramienta más usada para buscar empleo, y sin embargo, vemos que desde las instituciones públicas no se está haciendo una apuesta por dar forma a esta demanda de los usuarios. La socorrida imagen de decenas de personas haciendo cola en las oficinas del SEPE, resulta cada vez más arcaica y nos distancia con el resto de países competitivos. En el último año, esta oficina sólo ha colocado a un 2% de los profesionales que hay inscritos en ella. ¿En qué niveles de competitividad está España?
Según la escuela de negocios IMD, España ha escalado del puesto 45 al 39 en competitividad, lo que se puede traducir en una nueva señal de que las cosas empiezan a ofrecer destellos positivos. En una fecha como la actual, con los resultados electorales sobre la mesa, toma más importancia el mensaje que desde la UE se lanza a España: "Hay que modernizar los servicios públicos de empleo". Hace meses, la respuesta que recibieron por parte de España era que se pondría en marcha un portal único de empleo, del que poco o nada sabemos. No es casualidad que los países que ocupan los primeros puestos de dicho ranking cuenten con unos niveles de paro inferiores a los de España.
Si en las últimas semanas todos los partidos han hecho hincapié en la necesidad de sentirnos europeos, es, en el momento actual, cuando desde las instituciones tienen que ayudar a que existan unos servicios sumamente competitivos, para que, recuperando la balanza de la que hablábamos al principio, nunca más haya que poner en el debe este escaso desarrollo.
Juan Urdiales, Co-CEOy co-fundador de jobandtalent.